Lo que el feminismo me ha enseñado en la práctica.

Yo no me imaginé que saldría de México y sería parte de la diáspora latinoamericana en Reino Unido. Habiéndome casado con un inglés no tuve mucho interés en explorar su cultura, su lenguaje y las posibilidades de vivir fuera. Mi constante rebeldía y resistencia me cegaba para ver que apreciar la cultura de nuestros prójimos no es asimilación o traición a nuestra cultura.
Fue en esta experiencia de migrar donde sentí que todas aquellas cosas por las que luche políticamente en México junto a otrxs, se hicieron realidad en mi propia carne. Pasé por el viacrucis del migrante (y sigo pasando) que quiere hacer las cosas legalmente y por un error burocrático o simplemente porque no calificas por tu estatus económico, se te niega reencontrate con tu familia, vivir forzada a no ver a tus hijos y que tu pareja por ser persona de color en su propio país se le niegen derechos. Durante un año dos meses buscamos alternativas de volver a encontrarnos. Y fue ahí donde mi apuesta feminista se hizo más explícita. No podía darme por vencida cuando otras mujeres en el pasado habían luchado contra el sistema esclavista, carcelario, de asimilación y genocidio; no podía dejar de pensar en aquellos ejemplos recientes donde mujeres se organizan desde sus dolores y pérdidas para recrear su vida a favor de ellas y sus generaciones venideras. No podía dejar de pensar en aquellas mujeres anónimas que me antecedieron para transformar las instituciones que nos relegaban sin poder a ser hijas, esposas, madres, sirvientas, propiedad del Estado, la Iglesia y la Política. Yo intentaría luchar desde ese bagaje feminista por mi propia vida. Después de una huelga de hambre, solidaridad de diversas partes del mundo y una nueva revisión de mis documentos, logré reunirme con mi familia hace un poco más de un año.
Salí de mi país a una tierra desconocida, vista sólo a través de fotografías; supe de su historia por cursos breves de Historia Universal y contemporánea, por los Beatles, por los Irlandeses que se rebelaron contra el imperialismo británico, por Enrique VIII y su reforma anglicana… por los piratas que esperaban los barcos españoles en el Atlántico para robar el oro saqueado de las Américas, por las Suffragettes que ganaron el derecho al voto inmortalizando su lucha colectiva en nuestras memorias. A estas ideas generales, se sumó la historia oral que Alex me contaba como sí fueran clases de Historia Universal Contemporánea: sobre el crisol de culturas, los barrios étnicos que se niegan a una total asimilación, de la migración interna de jóvenes de Londres estudiando en Oxford, Cambridge, Leeds, Sussex, Bristol, y jovenes de estos lugares (y de otras partes del mundo) llegando a Londres para estudiar en LSE, King´s College, SOAS; sobre las fiestas y las batallas diarias con el racismo y la discriminación por ser gente de color. Emociones encontradas.
Mientras pienso en eso, aquí en el Gran Londres buscó mi espacio para hablar, caminar, bailar y compartir las preocupaciones y expectativas de lucha al saberme people of color, mexicana, latinoamericana. Aprendiendo el idioma con otras mujeres que como yo, la vida les sorprendió y abandonaron su lugar de origen por trabajo, aventura, amor o educación. Y nos encontramos en cursos de inglés, en talleres, en festivales, en el mercado, en la calle…Y sabemos que nuestros hijos serán bilingues y que también debemos luchar por hacer MEMORIA con ellos; hacer memoria es distinto que hacer patria. La patria nos traicionó porque llevó a nuestros padres, hermanos y amigos a las guerras fraticidias, a los Estados Unidos como migrantes, a los cárteles de drogas para morir abatidos por el Estado, !porque nos los desaparecieron! Hacer memoria es honrar nuestras luchas por la vida, por lo que nuestras abuelas, nuestros abuelos y linajes hicieron para luchar por sus tierras, por esforzarse a ir a la escuela y educarse, por cambiar de religión y adscripción política porque ese fue un medio para empoderarse e intentar otros modos de organización…
Así, atravesada por todo lo que no se ve, sigo aprendiendo que ser feminista no siempre puede abrir las puertas. Constantemente se me pregunta, se me interpela. Hay veces que puedo hablar de esto en voz alta con otras compañeras de lucha que pensamos en la importancia del feminismo para cambiar, para globalizar la esperanza para seguir con esa historia de liberación colectiva. En otras he vivido la discriminación por no saber hablar bien el inlgés, por mi color de piel, por mi origen, por mi personalidad. Pero a la hora de la práctica, sigo aprendiendo lo difícil que es desmontar esa cultura patriarcal que nos hace sentir sospecha de mi prójima, de sentirse culpable por pensar «un poquito diferente», de descubrir que no podemos seguir universalizando el dicurso feminista porque en este país basado en instituciones de «privilegio», damos más poder a quienes no nos representan y nos niegan la autorepresentación. Confusión, aprendizaje, dolores, rabias, creatividad a veces se encuentran simultáneamente en mi vida cotidiana. Pero aquellas mujeres que me cobijan me dicen que no tenga miedo pues no soy la primera ni la última… Soy parte de la diáspora… Acá resuenan las consignas que atraviesan el Atlántico: NiUnaMás, Justice Mexico Now, No Human Being is Ilegal, Aborto libre y gratuito, Trafalgar Square es el lugar de encuentro donde respiro, marcho y creo que algo nos está cambiando…
“Creo en el vivir
Creo en el nacimiento
Creo en el sudor de amar
y en el fuego de la verdad.”
Assata Shakur

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