Mi primer poema, mi primer todo

Por: Agnes González Etchegaray*

I.

Llevábamos unas semanas de haber salido juntos.

Eras mi primer novio,

mi primera vez en todo.

Tus besos me hacían vibrar,

tus manos recorrían mi cuerpo y me aceleraban el pulso,

tu aliento me paralizaba,

tu calor me sofocaba y sentirte dentro de mí era lo que yo anhelaba.

Di aviso de mis deseos, y dijiste que esperáramos.

Mentira.

Sí, quería disfrutar de nuestros cuerpos,

pero no así, no ahí, no en público,

no en un lugar que me hacía sentir incómoda,

donde me tenía que ocultar de la gente;

deseaba desnudarme en todos los sentidos y terminé…

Terminé recostada sobre una roca con los pantalones en mis rodillas;

tú estabas bajo la luz de la Luna, al pie de un árbol,
sobre mí.

Te dije que ahí no.

Ahí no había intimidad, solo calentura.

Tampoco me sentía cómoda.

«Ya me habías dicho que sí querías», deseaba estar contigo,

pero en ese lugar no, no junto a la basura.

«Quiero que tú también disfrutes», ¿por qué me manipulaste con esa mirada?

No me penetraste bien, apenas si rozaste la entrada,

¿eras virgen también?, ¿no te diste cuenta de lo mal que se estaba?

 

Cedí, porque no dejabas de insistir,

Cedí, porque ya te había dicho que sí.

No me gustó, el acto fue insípido y el tiempo fue eterno.

pero me gustabas tú.

Seguimos siendo novios,

a pesar de que preferí ver las hojas caer,

mientras me penetrabas por primera vez,

en lugar de mirarte a los ojos.

No quería verte, ahí no, ahí no quería.

 

II.

Lloraba después de que teníamos relaciones,

Cada vez,

No sabía por qué:

Todo era consensuado, en un lugar casi privado.

Tocabas los puntos adecuados.

No había razones para llorar,

O tal vez sí.

Tú no me amabas, lo sabía,

¿pero esa era la razón de mi llanto?,

¿necesitaba escucharte esas palabras durante el acto?

Era lo que pensaba.

Ahora sé que no.

Tu mirada distante en el coito,

tus movimientos robóticos,

tu poco tacto a mi disfrute,

tus palabras al verme desnuda cuando terminabas: «¿no te vas a vestir?»

tu distanciamiento al terminar y no darme al menos un abrazo,

tus manos ahogando los gemidos de mi boca,

tú diciendo cállate para llegar a tu orgasmo.

 

Era carne, me tratabas como carne.

Te lo dije, te dije que algo estaba mal en el sexo,

Respondiste que a ti te gusta salvaje.

 

Eras mi primer novio y pensé que

cuando me amaras, el sexo sería distinto.

Mi cuerpo solo conocía el tuyo,

El de nadie más,

Y no quería conocer a alguien más,

No quería que alguien más me desnudara,

Aunque tú me mirabas sin una pizca de vínculo emocional.

 

III.

Fuimos novios, dos años.

Dejamos de serlo, y catorce meses pasaron.

Alguien más descubrió mi cuerpo,

Y comprendí porqué todo mundo ama el sexo.

Desconocí mis gemidos:

no se parecían en lo absoluto a los que ahogabas cuando estaba contigo.

El muchacho era casi un desconocido,

Pero se conectó conmigo,

Me saludaba en cada encuentro de miradas,

Abrazaba mi cuerpo al dormir,

Él disfrutaba su propia desnudez y estaba cómodo con la mía.

No se necesita amor para tener un orgasmo,

No se necesita amor para dejar de llorar.

 

Más de dos años.

Volvimos a besarnos.

Tú y yo, siempre tú y yo.

Tus besos nunca dejaron de hacerme vibrar,

Pero tenían un sabor extraño,

Agridulce, como la canción.

Estábamos borrachos, besándonos,

fuimos a casa de alguien, apenas si recuerdo qué dijiste,

pero sé que me bajé los pantalones a regañadientes, cediendo.

Tu mirada perdida, tu movimiento robótico.

Todo es igual, aunque dices que me amas.

No sabes qué es el amor.

No podía verte así, tan desconectado de mí.

Me separé, te dije que ya no quería

Y empecé a llorar, como siempre,

Pero ahora sabía por qué.

Insististe, querías masturbarte a mi lado,

Hasta que te diste cuenta de que algo iba mal.

Te dije que me sentía utilizada en el sexo,

Respondiste que es porque los conozco en fiestas,

No entendiste que hablaba de ti…

No sabía cómo decirte que no sabes hacer del amor.

 

Estabas borracho, yo apenas si tomo

cuando estoy contigo,

Estábamos besándonos, como siempre…

¿por qué como siempre si ya sé que no te amo y no te necesito?

Descubriste mis nuevas perforaciones.

Te dije que había encontrado a alguien más,

que hay alguien para ti, esperando,

dijiste que yo era la única.

Sé que no lo soy, porque ya no te amo igual,

Ya no quiero estar contigo más.

Me tomaste de la mano y me llevaste al baño.

Nos encerraste.

Te dije que no,

No quería, ahí no, y tampoco contigo.

Te saliste, yo esperé,

¿qué esperé? No lo sé.

Volviste, con un condón.

Te dije que no,

Insististe, yo cedí.

Cedí porque quería que sintieras que yo no lo disfrutaba.

No contigo.

Cedí porque insistías, no me dejabas salir y preferí desconectarme.

Te diste cuenta, estabas violándome.

Preguntabas una y otra vez si te sentía,

Si lo disfrutaba.

Te dije que no, y no te dejé terminar.

Te repetí que no era lo que quería.

Salí del baño llorando.

¿Por qué no me salí antes de que volvieras?

Tal vez… te considero inofensivo,

Pero siempre hubo violencia entre nosotros.

Y yo no sabía

que también fuiste mi primera violación.

 

 

 

IMG-20190122-WA0001*A.K.A. Agnes.iah (Puebla, 1996). Egresada de Letras Clásicas, UNAM, tomó diferentes diplomados sobre las TIC en la Educación en la DGTIC para la actualización tecnológica de los docentes. Se siente perdida entre el griego y el latín, pero esperanzada con que la pedagogía es un gran puente para la transformación. Colabora en Botsabuesa, un medio digital periodístico que busca nuevas perspectivas y visiones de la actualidad.
Twitter: @agnes_iah

**La imagen que acompaña esta poesía es de @kamillacollages

 

 

Aviso: El texto anterior es parte de las aportaciones de la Comunidad. La idea es dar libre voz a lxs lectorxs en este espacio. Por lo anterior, el equipo de Feminopraxis no edita los textos recibidos y no se hace responsable del contenido-estilo-forma de los mismos. Si tú también quieres colaborar con tus letras, haz clic aquí para obtener más detalles sobre los requisitos.