Nancy Cárdenas: el valor de ser distinta

*Por Tatiana Romero

“Al trazar las notas para este recado me doy cuenta de lo que eres y de lo mucho que significas para tus amigos, y solo te pido por favor, en tu horizonte teatral, que te resignes a la dimensión cívica. Es mucho lo que significas a la sociedad mexicana.”  Carlos Monsiváis. Envío a Nancy Cárdenas, activista ejemplar (1994)

Hace unos días Sayak Valencia compartió en Facebook el teaser del documental “Querida Nancy”, dirigido por Olivia Peregrino. En ese momento me vino a la mente la profunda ausencia de memoria y genealogía lésbica en México, (sin restarle importancia al inmenso trabajo que ha hecho Norma Mogrovejo con el Archivo Histórico Lésbico) . El documental, que todavía está en período de postproducción, nació, en palabras de su directora, como una necesidad de rescatar la memoria de Nancy Cárdenas, figura mítica en la lucha por la liberación homosexual en México. Una de las primeras lesbianas visibles tanto en el mundo de la cultura como en los activismos y movimientos sociales. Dice Peregrino que en 2015, momento en que inicia el rodaje del documental, lo hace impulsada por el olvido de la figura y de la obra de Cárdenas, a pesar de haber sido un personaje tan importante y una artista brillante durante la segunda mitad del siglo XX. 

Dramaturga, actriz, poeta, directora y activista incansable, estas líneas pretenden ser también un pequeñísimo homenaje a una de las mujeres que nos abrió camino y nos dejó como legado el valor de ser distintas.

Nancy Cárdenas nació el 29 de mayo de 1934, en Parras, Coahuila, México. Hija de comerciantes y de familia numerosa, para 1955 ya estaba en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el Distrito Federal, cursando un doctorado en Letras. Ahí desarrolló  la pasión que terminaría solo con su muerte: el teatro. Obras como “El efecto de los rayos gamma sobre las caléndulas”, “Los chicos de la banda”, la adaptación de “El pozo de la soledad” de Radclyfe Hall, o “Sida, así es la vida”, son piezas en las que Cárdenas intentaba robarle espacio a la represión. Fueron obras atacadas por la opinión pública, censuradas e igualmente aclamadas y premiadas. 

Cuenta Carlos Monsiváis, que lo suyo era hacerse notar. Transgresora en el pensar y en el vestir: “con atuendos calificados de exclusivamente masculinos en la etapa anterior al unisex, tú y tus amigas recreaban su decisión de vivir como se les daba la gana”, le dice. De entre esas amigas destaca otra lesbiana mítica, Chavela Vargas, quien convirtió la canción ranchera masculina en odas al desamor lésbico; en una experiencia parecida a la soledad del blues. En aquella sociedad opresiva, había mujeres que se atrevían a vivir su sexualidad como una forma de estar en el mundo. 

Desde la Alianza de Intelectuales, Escritores y Artistas en Apoyo al Movimiento Estudiantil se implicó en la lucha del 68, porque aunque poco se recuerde (o se mencione), Cárdenas fue también militante comunista. Ingresó al Partido Comunista de México allá por 1950, y desde la célula Federico Engels discutía con vehemencia temas hasta entonces imposibles para la rancia izquierda comunista: el socialismo y la homosexualidad. 

En 1971, con ese afán de discusión y rebelión convocó a un grupo de amigas y amigos para hablar de los derechos civiles y sexuales, de ahí nació el Frente de Liberación Homosexual. La historia estaba a punto de cambiar y, aquella noche de 1973 en el noticiero más visto de la televisión mexicana: 24 horas, con Jacobo Zabludovsky, en un par de minutos Nancy Cárdenas, dramaturga, directora de teatro, actriz, periodista y locutora de radio, cambio el rumbo de nuestro colectivo al decir al aire: soy homosexual. Echando por tierra todas las teorías psiquiátricas sobre la homosexualidad como enfermedad mental y perversión. Defendiendo a un empleado de Liverpool que había sido despedido por su homosexualidad y quien a su vez había demandado a la cadena de grandes almacenes, haciendo acto de todo el valor que en ese entonces se necesitaba para ser abiertamente homosexual en una sociedad machista y homófoba como la mexicana. Con ese acto, Nancy catapultó el movimiento por la liberación homosexual y nos heredó a muchas de nosotras, lesbianas,  un futuro más libre. Una existencia visible y fuera del closet. 

En 1975, durante la Conferencia del Año Internacional  de la mujer, realizada en la Ciudad de México, de su voz se escuchó la palabra “lesbiana” alto y claro. En la primera plana del periódico Excélsior, por entonces el diario más progresista de la capital aparece : «¿Qué vinieron a hacer y qué ‘derechos’ reclaman las lesbianas? […] Lo que repugna es que ellas quieran que su padecimiento se considere como estado normal, su enfermedad como salud, con lo cual no hacen sino probar que su caso clínico ha llegado a verdadera gravedad.» La respuesta fue un texto titulado, “Declaración de las lesbianas de México”, el primer manifiesto en la historia mexicana escrito por un grupo de lesbianas en el que defendían que sus sentimientos no eran una enfermedad ni una perversión. Este texto, pretendió ser un revulsivo para muchas de las mujeres que en aquél entonces no veían la salida al closet de la represión y la lesbofobia imperantes en México, tomando en cuenta que la pena por “faltas a la moral y apología del vicio” podía ser de hasta seis años de cárcel.  En aquellas jornadas se llevó a cabo un foro sobre lesbianismo, en el que se acribilló a preguntas a Nancy. 

Tres años más tarde, en 1978, a 10 años de la matanza de Tlatelolco,  la Coordinadora de Grupos Homosexuales decide participar en la manifestación como contingente. Hay una clara necesidad de que la lucha por la liberación homosexual sea algo más que un movimiento identitario y se insertara en el espectro político de la izquierda, consignas como “no hay libertad política si no hay libertad sexual” dan muestra de ello. Fue esa manifestación el pistoletazo de salida para las siguientes manifestaciones del hoy llamado “Día del orgullo”. El Movimiento de Liberación Homosexual toma las calles y da pie al surgimiento de nuevos grupos tanto de homosexuales como de lesbianas, como el Grupo Lambda de Liberación Homosexual (1978) y el grupo de lesbianas OIKABETH (1978). El 29 de junio de 1979 tuvo lugar la primera Marcha por la Dignidad Homosexual en México. 

Durante los años 80 Nancy, como muchas otras lesbianas en aquellos años, vio morir a muchos de sus amigos por la crisis del SIDA. Una vez más fue el teatro el lugar desde el que luchar en contra del estigma social y la inacción gubernamental. “Sida… Así es la vida” fue un intento por informar y dignificar la calidad de vida de las personas con VIH. 

Finalmente en 1994, a causa del cáncer de mama se apagó la voz de una de las más valientes defensoras de la libertad en México. Suscribo las palabras de Carlos Monsiváis con motivo de su décimo aniversario luctuoso: “qué extraordinaria la existencia de gente como tú, qué deuda de gratitud con gente como tú, Nancy Cárdenas». 

Carlos Monsiváis, “Envío a Nancy Cárdenas, activista ejemplar”, en Debate Feminista, vol. 10, pp. 257-263, (1994). 

“Nancy Cárdenas, la siempre inoportuna”, en Nexos, septiembre 2004. [https://www.nexos.com.mx/?p=11261]

Claudia Hinojosa, “Gritos y susurros. Una historia sobre la presencia pública de las feministas lesbianas”, en Desacatos, no. 6, (2001)

Norma Mogrovejo, “La recuperación de la historia lésbica o la arqueología del conocimiento lesbiano” en [http://cuadernosfem.blogspot.com/2012/06/la-recuperacion-de-la-historia-lesbica.html

Sobre el Movimiento Lésbico-gay en la Ciudad de México: http://labola.com.mx/la-bola-7/el-movimiento-lesbico-gay-en-la-ciudad-de-mexico/