Por: Alejandra González* Cuando tenía siete, quizás ocho años, mi profesora de tercer año de Primaria me ordenó pasar al frente, al pizarrón, a resolver un problema de divisiones. Estábamos aprendiendo las divisiones con números decimales después de haber batallado con las multiplicaciones el pasado ciclo escolar. Yo era una niña muy tímida, casi no…
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