Este mes de febrero es un mes de tomar postura ante cosas que nos importan como feministas, no sólo en lo discursivo, sino también ¡en las acciones! ¿Por qué? Porque, si bien diversos colectivos a nivel internacional se preparan para el “Yo Paro el 8 de marzo”, como un llamado a una huelga mundial, y algunas conmemoraciones nos invitan a hacer memoria de lo poderosas que podemos ser las mujeres juntas cuando queremos lograr algo, por otro lado, este mes los dispositivos ideológicos del mercado neoliberal promueven el amor romántico con el 14 de febrero. Ya vemos escaparates llenos de productos y promociones para celebrar a las mujeres que los hombres aman.
Ya en otros posts y colaboraciones de lectoras de la comunidad de Feminopraxis, hemos mostrado cómo el amor romántico es uno de los principales causantes de la violencia hacia las mujeres, porque en el nombre del amor nos han hecho creer que cumpliendo con los roles de género de ser esposas, madres, hijas, creyentes, ciudadanas, trabajadoras y cuidadoras, contribuimos y aportamos al bienestar de las familias, las naciones y el mundo. Pero sabemos que eso no es así porque si así fuera, millones de mujeres no serían víctimas de la violencia machista: no morirían a manos de sus pareja, no serían violadas y golpeadas por los hombres en su casa, no serían silenciadas por los Estados y naciones que nos dicen cada año que nuestros derechos los van a hacer valer. ¡Mentiras, ya no les creemos! y es por ello que construirnos como las mujeres que queremos ser es una tarea de largo aliento. Demos el primer paso en aquello que crees que debes tú, que debo yo, que debemos todas, cambiar.
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