Feminismos unidos, jamás serán vencidos

*Por: Gergana Krasteva

Compañeras, tengo miedo de que nos rompamos. Tengo miedo de que nos dividamos y nos avergoncemos de ser feministas. Tengo miedo de que los mecanismos de defensa del patriarcado funcionen bien a su favor y nos juzguemos entre nosotras y que convirtamos la palabra “feminista” en un adjetivo calificativo. Mi visión, por supuesto incluye mis circunstancias de mujer migrante del sudeste de Europa, mis circunstancias de ciudadana española y aquellas que me rodean viviendo en Centro América, y la comparto con todas vosotras.

Desde que el movimiento feminista comenzó, fue ridiculizado y boicoteado. Caricaturas y artículos de auténtico odio se hacían lugar en la prensa británica a principios del siglo XX. Por supuesto, fuimos ganando batalla tras batalla, entre insultos y risas, conseguimos el derecho a votar. Un derecho que reconoce la mujer como parte activa y pensante de la sociedad, lo cual se convierte en básico y fundamental en un mundo justo y que camina hacia el avance. 

No podemos negar de ninguna manera que el movimiento feminista, en un principio, fue comenzado e impulsado por las mujeres blancas y ricas, hijas de los grandes imperios colonialistas. Así fue, pues aquellas señoras eran por aquel entonces de las pocas que podían acceder a la educación y tener las herramientas para comenzar semejante lucha contra la injusticia. 

Dar el voto a la mujer, reconocernos como individuos, tan responsables y afectos por las decisiones de los gobiernos, como los señores, fue el primer grandísimo paso. Es aquí donde empiezan a surgir todas las demás dudas y preguntas, mejor dicho, ahora estas dudas y preguntas tienen visibilidad, nosotras tenemos visibilidad. 

Aquel elitismo con el que tuvo sus orígenes el feminismo fue quedando en el pasado, no mas que una circunstancia histórica. Ahora la lucha está en todas las esferas de las sociedades. De nuevo nos enfrentamos con los problemas de institucionalizar los derechos que vienen de la calle, necesaria y complicada tarea la del reformismo estructural. 

Las primeras discrepancias surgen en la segunda ola feminista, preguntan esenciales como- ¿Es lo mismo ser mujer negra que blanca? ¿es lo mismo ser latina que asiática? ¿y ser lesbiana? ¿y religiosa? 

No, no lo es. No es lo mismo lo que vive la mujer de un área rural de Guatemala que una mujer nacida en París. No es lo mismo, compañeras, ser mujer migrante de Nigeria que mujer portuguesa. No es igual ser homosexual en Camboya que en que en Kenya. 

Sí, es el mismo sistema el que nos oprime a todas. El que hace que la campesina de Bolivia tenga tanto riesgo de sufrir violencia como la supermodelo de Los Ángeles. El mismo miedo que nos impide andar tranquilas en Rumanía y en Australia. El miedo a la violación en Polonia y en Canadá, el llanto del pánico en Bruselas y en Tokyo. El cansancio de tener que cumplir con lo que nos exigen en Marruecos y en México. Que haya una mujer maltratada en cada ciudad, en cada pueblo, cada país, nos une. 

Nos une un sistema patriarcal que ejerce todas sus violencias contra nosotras, un sistema vergonzoso que ha condenado las mujeres a callar durante siglos a lo largo y ancho del planeta. Un sistema contra el que, hoy, todas alzamos la voz, gritando- NI UNA MENOS. 

Somos diferentes, cada una representa su cultura, sus ideales y cada una lleva la voz y la problemática de sus circunstancias lo más alto que pueda, bajo el amparo del feminismo globalizado en el que caben todos los feminismos. 

No olvidemos nunca, que es la misma lucha que llevamos todas, es lo que hace grande la palabra FEMINISTA, una lucha que nos representa a todas, con todas nuestras diferencias y diversidades. Que ser diferentes, no nos separe, que nos enseñe y enriquezca. 

Abanderémonos de este movimiento que nos une, por el dolor y el miedo, tan tuyo como mío, tan nuestro. 

 

gergana

*Gergana Krasteva, nació en Bulgaria, creció en España y vive atrapada por la magia de América Central. Ella estudia las realidades femeninas y aprende de sus hermanas en sororidad. Trabaja y lucha por la educación igualitaria, como herramienta única de trasformar el mundo.

 

La ilustración que acompaña este texto es creación de @sonia_pulido_illustration

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