Roma, un análisis del trabajo socialmente necesario

Por: Margarita Mantilla*

Ver Roma por primera vez me conmovió mucho. Tocó fibras sensibles a través de temas que como mujer me significan profundamente. Me refiero al trabajo reproductivo y al trabajo de cuidados, los cuales implican trabajo doméstico y trabajo afectivo. Estas categorías específicas del trabajo se han definido desde la teoría feminista y sirven para complejizar los trabajos impagos que mayoritariamente las mujeres aportamos a la sociedad y que son sostén del sistema capitalista. 

Considero prudente explicar cada tipo de trabajo a través de lo que muestra la afamada película de Alfonso Cuarón, así como por qué desde el pensamiento feminista se argumenta que son sostén de la estructura social y de la vida como la conocemos hasta nuestros días, con el fin de vislumbrar la importancia de su reconocimiento social para alcanzar condiciones dignas para todas las mujeres que los efectúan y también para que se dejen de naturalizar como “lo propio de las mujeres”, pues son trabajos que tanto hombres como mujeres pueden realizar, pero que socioculturalmente se nos han sido introyectados y asignados especialmente a las mujeres.

El filme Roma muestra la vida de una familia de la clase media durante 1970 y 1971, centrándose en los quehaceres y vivencias de una de sus dos empleadas del hogar, Cleo. A primera vista se da por sentado que la película es sobre Cleo, y sí se enfatiza en lo que le ocurre a ella; sin embargo, todo el tiempo está en concatenación con la vida de la familia con la que trabaja; las vivencias de Cleo ─de septiembre de 1970 a junio de 1971, según el guión─ se imbrican en especial con las vivencias de Mariana, y en ese sentido son claramente señaladas las desigualdades entre dos mujeres de distintas clases sociales. En el universo de Cleo está Adela que le presenta a Fermín, pero también toda la familia que vive en Tepejí 22.  Y es en esta casa de la colonia Roma donde se realizan los diferentes tipos de trabajo mencionados con anterioridad. 

La sinopsis de Roma dice: “En la colonia Roma, de Ciudad de México, dos empleadas domésticas ayudan a una madre a criar a sus cuatro hijos durante las largas ausencias de su esposo. Una de las jóvenes, Cleo, se hace cargo de los niños como si fueran propios, a pesar de estar atravesando un momento difícil.”; en ésta hay que distinguir que las empleadas del hogar no ayudan, sino que trabajan y sus labores son inagotables (cocinar, tender las camas, ir a comprar el mandado, planchar, planear el menú diario, barrer, trapear, echarle ojo a las criaturas, acomodar, sacudir, lavar … etc.) bien dice el dicho popular que “el trabajo del hogar nunca termina”.

En este punto me parece ineludible definir a través de la categoría marxista trabajo socialmente necesario al trabajo doméstico, el cual se refiere a todas las actividades que se realizan en el espacio doméstico y van desde la compra de insumos, su elaboración para ser consumidos, hasta la prestación de toda una serie de servicios domésticos de limpieza, transporte, administración, etc., que por lo general están a cargo de las mujeres (Barbieri,1989, p. 21-22). Y así, en el transcurso de Roma es posible observar que la vida cotidiana se sitúa como escenario para el  análisis de la economía feminista, de principio a fin:

mientras Cleo friega el patio con Ajax para purificarlo de las cacas de Borras; cuando Adela lava los platos o cocina para cada integrante del hogar mientras echa chisme con su compañera de habitación; en los momentos donde se muestran las prácticas de crianza de Sofia y doña Teresa en la interacción con sus criaturas; o cuando Ignacio (en compañía de Teresa) lleva cada mañana y recoge por la tarde a Sofi, Toño y Paco del colegio. Todas éstas son tareas indispensables para el funcionamiento de esta familia, y en general de todas las familias con dinámicas similares, algunas con más privilegios que otras, al grado de poder contratar personal para delegar actividades que de no realizarse colapsaría la estructura familiar.

En Roma también se plasma el trabajo afectivo, el cual se define como el trabajo que implica conectar con las personas para alcanzar sus metas y objetivos, tal y como sucede en la crianza de las criaturas, el cuidado de las personas de la tercera edad, el cuidado de las enfermas/os, así como las personas que se dedican a la enseñanza, etc.; todas estas actividades son formas de trabajo afectivo con características muy especiales a las que es importantísimo prestarles atención. Porque no es lo mismo lavar la ropa a mano (incluso la interior), que cantar una canción de cuna y dar el beso de las buenas noches. O cocinar, a servir de manera especial los alimentos, por ejemplo, el bistec asado que Cleo le da a Pepe en trocitos muy pequeños con limón y sal, para después asegurar que se los come dándoselos personalmente en la boca para estar serena porque la criatura se comió toditos los alimentos que guisó Adela. En suma, en el trabajó afectivo hay querencia, y es un trabajo que tiende a ser motivado intrínsicamente y por razones más allá del dinero, pues implica un sentido de compromiso y afecto por la persona a quien se le brinda lo cual también garantiza los más altos estándares de calidad para la persona a quien se cuida y se le otorga invaluable tiempo propio que generosamente brinda la cuidadora (Folber,2003). El trabajo afectivo tiene sus bases en la definición de trabajo de cuidados, el cual se define como “las actividades que se realizan y las relaciones que se entablan para satisfacer las necesidades materiales de niños y adultos dependientes” (Daly y Lewis, 2000, p.285).

Al inicio de mi texto mencioné cuatro categorías del trabajo no reconocidas socialmente y que históricamente se han impuesto naturalizándolas en las mujeres; luego expuse las definiciones de trabajo doméstico y trabajo afectivo. Ahora quisiera ahondar respecto al trabajo reproductivo, tomando en cuenta que durante los setentas las teóricas feministas materialistas en la búsqueda de comprensión entre capitalismo y división sexual del trabajo, se originó el “debate sobre el trabajo doméstico”, el cual más adelante desembocó en entender esta categoría como trabajo reproductivo necesario para reproducir la fuerza de trabajo; pero con todo y que la definición de trabajo reproductivo pretende englobar el trabajo de cuidados y el trabajo doméstico, para las ciencias sociales es imperativo distinguir en especial al trabajo de cuidados, el cual implica trabajo afectivo. Es decir, podemos englobar todas las categorizaciones de trabajo antes mencionadas en trabajo reproductivo. No obstante, para una comprensión más minuciosa de cada categorización que conlleva a actividades definidas, se requiere distinguir una por una. También, no se debe perder de vista que el trabajo reproductivo además de ser un fenómeno complejo es altamente estratificado, pues las tareas se llevan de manera diferenciada según el sector socioeconómico de las mujeres que lo desempeñan. En Roma es clarísima esta estratificación, desde la lógica de empleada del hogar y empleadora.

Por otro lado, también se entiende como trabajo reproductivo a toda labor necesaria para la reproducción humana, como lo son: el embarazo, el parto, el puerperio, la lactancia, las prácticas de crianza, etcétera. Siendo el embarazo de Cleo, así como el parto tan desgarrador que vive, muestra de este tipo de trabajo. 

La última vez que vi Roma, más allá de conmoverme me invadieron las ganas por dar cuenta de la complejidad de todas las actividades reproductivas que la obra revela con el propósito de crear consciencia y frenar o no seguir perpetuando la romantización de ésta

para no caer en el confort de la banalización de una realidad tan compleja tal y como la que implica todo el trabajo reproductivo, el cual todos los días desgasta física y mentalmente principalmente a las mujeres, muchas de ellas trabajadoras del hogar sin seguridad social ni salarios justos, sin condiciones laborales respetables. La reflexión se extiende para crear corresponsabilidad en los quehaceres del hogar y trastocar el orden simbólico entendiendo que estos no son únicamente responsabilidad de las mujeres, comprender de raíz que sin estas arduas labores la sociedad no se sustentaría y que es vital empezar a reconocer el trabajo socialmente necesario, el que nos dota de una vida digna.

Bibliografía:

Mary Daly y Jane Lewis. 2000. “The concept of social care and the analysis of contemporary welfare states,” British Journal of Sociology, Vol. No. 51 Issue No. 2, pp. 281–298.

Nancy Folbre. El trabajo afectivo. Transcripción de un vídeo de O. Ressler,
grabado in Amherst, EEUU, 20 min., 2003.

Mary Daly y Jane Lewis. 2000. “The concept of social care and the analysis of contemporary welfare states,” British Journal of Sociology, Vol. No. 51 Issue No. 2, pp. 281–298.

Teresita de Barbieri y Orlandina de Oliveira (eds.). Mujeres en América Latina: análisis de una década en crisis. Madrid, IEPALA Ed, 1989.

**La imagen que encabeza este texto es de Roma review: Alfonso Cuarón masterfully captures the memories of childhood. https://www.arre.co.in/pop-culture/roma-review-alfonso-cuaron/


*Margarita Mantilla (Ciudad de México, 1985) Socióloga e investigadora feminista, Maestra en estudios de la mujer por la UAM-X. Cofundadora de CoCu (Colectiva Cuerpa), Feministas de la UAM-X, Me gusta menstruar y creadora de Tallercitas feministas (espacio para la formación política feminista). Especialista en teoría feminista, desde donde trata los temas de maternidad, economía feminista, acoso callejero, vientres de alquiler, relaciones de género, gordAfobia y más. Apasionada por la música, el cine y la literatura, especialmente donde las realizadoras son mujeres.