Por: Mili Carnevale*
Siempre algo nos recuerda quienes fuimos.
Las copas que bebíamos, los bares a los que íbamos, las risas, las canciones de verano, el humo, las caminatas a los gritos por las callecitas de Lavapiés cualquier sábado por la noche. Las ganas de comernos el mundo a bocados, los abrazos, los besos, el silencio mirando las estrellas en los jardines de las vistillas, las promesas en una fogata de Junio con el calimocho en una botella de plástico mientras te miraba a esos ojitos brillosos, las noches en las fiestas de La Paloma, encamisados y con nuestros gorritos de chulapos, el melón hecho en casa aquel agosto del 2014…
No sé por qué, pero siempre era verano por aquel entonces, era verano y las terrazas nos dejaban hueco aunque estuvieran abarrotadas de gente, siempre alguien nos hacía un hueco en esa larga cola de la barra de cualquier bar para pedir los jager de mitad de noche. Siempre La Latina se abría de par en par para escuchar nuestras historias mientras no teníamos ni idea de que la vida era eso, y nos pasábamos haciendo planes para otros momentos, que si el viaje a Marruecos, que si conocer Nueva Zelanda, que si unos días en Portugal, que si vivir en Londres… pero la vida estaba ahí, en esas tardes al sol bebiendo litronas a escondidas de la policía en la plaza de los moros, cuándo podíamos hablarnos sin interrupciones, cuando cualquier problema se solucionaba con una reunión y unos abrazos apretados que terminaban siempre en algún bar de madrugada.
La vida se nos escurría entre los dedos, y nosotros no nos dábamos cuenta lo ricos que éramos.
Tenernos era todo, escucharnos, saber que con una llamada aparecíamos al unísono y nos volvíamos piña.
Las comidas en familia, nuestra familia, la que éramos juntos, las veces que los domingos de sobremesa pasaban a unas cañas en el rastro, y luego a unas noches locas en el Candela.
Que en esa época siempre nos atrevíamos a más, siempre queríamos más, siempre teníamos más… Pero más de nosotros, más de aquello que éramos, más risas, más charlas, más abrazos, más besos, más sinceridad, más austeridad y también más independencia.
Cómo una película puede remontarte a otras épocas?, y esas otras épocas pueden hacerte ser quien sos ahora.
Arrepentirme? no me arrepiento de NADA, porque cada momento vivido, cada error, cada gesto, cada emoción me llevó a ser quien soy, y porque el recuerdo es parte de esta vida que de un momento a otro nos va dejando en el olvido para que seamos, con él, el recuerdo de alguien más.
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**La imagen que acompaña este texto es de la ilustradora saudí @hanna.ilustrator
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