Manos Sucias (III)

Por: Bianca Pérez*

Si bien las políticas neoliberales se fundamentan en el método científico y la efectividad de sus modelos matemáticos, perdieron de vista el gran sesgo de la ineficacia de sus metodologías: sus números y fórmulas se apoyan en especulaciones concebidas a través de pactos en los que se estrechan manos sucias y manchadas de sangre.

Y hay sangre que no se limpia como en los relatos shakesperianos.

Sus sesgos metodológicos y una gran creencia de omnipotencia arrogante hicieron que perdieran de vista esa capacidad de abyección, el poder de la gente que nunca creyó o no pudo creer en el cuento que intentaron vendernos. En la idea de la felicidad eterna e inmediata, del éxito como objetivo de vida y de las compras para elevar el autoestima.

Olvidaron qué hay personas que trabajan para sobrevivir, para mantenerse con vida casi como deber ético, porque saben que no está permitido morir cuando tienes una familia que depende de ti.

Así nunca pensaron en la gente que tiene que salir a la calle a pesar del discurso del miedo.

En los últimos días me ha conmovido mucho que los sonidos han cambiado increíblemente en mi barrio, antes escuchaba el tránsito vomitando, disparos o música fuerte, extrañaba a los pequeños comerciantes que habían dejado de acudir por la inseguridad y por el auge de los supermercados.

Recientemente he vuelto a escuchar los gritos del panadero, la tamalera, el vendedor de agua, el señor de la basura, gritos de una clase viva que nunca para. El regreso de la economía sin procesar, sin envases que contaminen, empleando transportes ecológicos y hasta ofreciendo trueque, como en el ancestral Tlatelolco.

Me da esperanza observar cómo la vida continúa, las aves recuperan los cielos, las criaturas marinas los mares y ríos, la tierra nos está agradeciendo por esta pausa que puede ser un reajuste en el que tomemos las riendas, independientemente de las decisiones de ese 1% que pretende controlarlo todo. 

Reconozco la decisión de AMLO en relación al plan económico en el marco del covid19, pese a toda crítica y a los gritos desgarradores de los empresarios que están rompiéndose las vestiduras, creo que es adecuado priorizar las políticas públicas en lugar de favorecer a empresarios que hablan de problemas de liquidez cuando son propietarios de bienes y cuentas millonarias. Sólo que al patriarca del Estado se le olvidó otra vez la perspectiva de género.

Si seguimos hablando de necropolíticas y manos sucias, este país está totalmente manchado de sangre de mujeres, de los 10 feminicidios diarios que siguen tendiendo a aumentar por la cuarentena y dónde se está ignorando que el 86% de los agresores sexuales son familiares o personas cercanas a la víctima.

Ignorar que nos dejan en la cueva del lobo es tan grave como cerrar los ojos ante la vieja alianza entre el capitalismo y patriarcado.

Desde hace unas décadas las feministas marxistas habían señalado que el único punto de fisura en la alianza entre el modo de producción y el sistema de sexo-género que nos rigen era justo el trabajo remunerado de las mujeres.

Mientras el capitalismo impulsa a que todxs produzcan dinero, el patriarcado nos prefería en casa, trabajando sin remuneración. 

Este punto de discusión nos obligó a una doble o triple jornada donde al menos había contacto con el espacio público y con ello la mínima protección de la opinión y juicio de la comunidad, porque muchos agresores se detienen a veces sólo por el miedo a ser denunciados por la escuela, las compañeras de trabajo, la señora de la tienda o las vecinas.

De este modo, la cuarentena parece llevar a un punto de acuerdo entre estas dos estructuras, cumple con la fantasía de mantenernos en el espacio privado, trabajando desde casa y suministrando cuidados. Así que las mujeres no sólo podemos estar más agotadas, también más expuestas a violencias que tienen mayor oportunidad de ser silenciadas.

Así que aunque la presidencia tenga un discurso contra las políticas neoliberales, olvida las necropolíticas de género, en dónde también las mujeres trans están siendo más vulneradas y obligadas a la precariedad.

Ante este brutal silencio o negación, sólo nos queda buscar las líneas de fuga, la abyección o la rebeldía.

 

Nota editorial: este texto es la tercera entrega de cuatro textos que llevan por título Manos sucias, escritos por Bianca Pérez, y que cada miércoles se comparten en Feminopraxis.

 

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*Bianca Pérez Reyes
Psicoterapeuta y fundadora de Sorece. Asociación de psicólogas feministas A.C.

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