Sorora

Por Samara Flores.*

Yo también fui misógina.

Yo también llegué a odiar ser mujer durante mi adolescencia.

Yo también llegué a creer que era mejor ser hombre porque toda su vida era más fácil.

Yo también llegué a pensar que quería ser mamá… Pero de un varón porque era más fácil criarlo.

Yo también le dije puta a la amiga de una amiga que cambiaba de pareja cada mes.

Yo también le dije zorra a la mujer que vi platicando con mi pareja.

Yo también le dije perra a una mujer que dijo lo que piensa.

Yo también maldije a mi madre porque no me daba los mismos privilegios que a mi hermano.

Yo también vi a mi mamá por años como institución y no como la mujer que realmente hay debajo de ese título.

Yo también me reí a las espaldas de muchas mujeres por su forma de vestir.

Yo también creía que las feministas sólo eran mujeres indignadas con la vida sin motivo…

Pero con los años, me di cuenta que toda esa fue una educación, un aprendizaje y que así
como la construimos; la podemos transformar.

Nuestra cultura nos ha enseñado que ser mujer está bien, pero sólo de la forma establecida, nos educaron para la competencia y ambición, pero nunca nos enseñaron a abrazarnos y reconocerle el trabajo a la otra o simplemente a aceptar que a mi derecha, en mi salón de clases o en la calle: hay otras mujeres haciendo lo mismo que yo incluso de mejor manera (¡y eso está excelente!).

La sororidad es la mejor arma para combatir al patriarcado porque en éstos tiempos ser
amigas o aliadas, es revolucionario.

 

*Samara Flores tiene 23 años, es psicóloga de profesión, activista por necesidad, feminista por sobrevivencia y escritora por momentos.
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Imagen de Celia Coña.