Por Karen Márquez Saucedo*
Dejar de tener miedo a confrontar,
incluso en nuestras diferencias y en nuestro disenso
LEONOR SILVESTRI
Pensar la ética, la justicia, así como sus implicaciones jurídicas, económicas y sociales en un contexto de creciente –y recrudecida- violencia sistemática contra las mujeres. Pensar cómo –desde el cuerpo- estamos situadas en los diversos territorios-tierra, de esta patria(rcal)-nación bañada en la sangre que deja la guerra. Comprender desde qué fase del sistema neoliberal somos sujetas histórico-políticas; así como la importancia de interpelar desde una ética feminista, de construir herramientas de resistencia desde la autonomía, son algunas de las reflexiones vitales que despertó el reciente encuentro con la Dra. Charlynne Curiel.
El pasado domingo 23 de septiembre, en el restaurante Punto en el Cosmos ubicado en Maneadero, un poblado ubicado a las afueras de la ciudad de Ensenada, B.C., la Dra. Charlynne Curiel, Profesora Investigadora de Tiempo Completo en el Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (IISUABJO), llevó a cabo el conversatorio: Violencia, Cuerpo y Feminismos.
Al encuentro se dieron cita algunas colectivas feministas -entre ellas, integrantes de Siempre Vivas (Ens)-, activistas, profesoras, estudiantes, así como público en general. La invitación de la Dra. Curiel –quién visitó las ciudades fronterizas de Tijuana y Ensenada, a la luz del reciente 8vo Congreso Internacional de Sociología de UABC- fue a dialogar sobre temas como “la violencia y el acoso en los contextos universitarios en México, el sexismo y la violencia institucional, la percepción sobre el acoso, los escraches[1] en las universidades como una estrategia de búsqueda de sanción social y la justicia feminista autónoma”, lo que devino en el marco preciso para compartir algunas experiencias –como investigadora activa dentro del IISUABJO- en torno a un tema vigente dentro de los múltiples debates y activismos feministas del país.
Nos referimos a las denuncias públicas por violencia de género dentro de instituciones de educación pública superior, y en particular al caso de la denuncia por violación (de la que hablaremos más adelante) que enfrenta Arturo Ruiz López, profesor e investigador del IISUABJO; así como su relación con problemáticas específicas que enfrentamos las mujeres –sí, por el hecho de ser cuerpos-sujetos-mujeres-, al ocupar los espacios social y culturalmente asignados a los cuerpos-sujetos-varones, es decir, al privilegio masculino.
A lo largo del conversatorio, la Dra. Curiel, quien cuenta con una amplia trayectoria en investigaciones sociológicas, antropológicas e históricas; y uno de sus diversos ejes temáticos ha sido la discriminación contra las mujeres, así como expresiones cotidianas de violencia; pensadora comprometida, además, con las demandas del movimiento zapatista desde el alzamiento del EZLN (época de transiciones político-económicas en el contexto de la firma del TLC, ocurrido durante el periodo de su formación universitaria); realizó una suerte de dialéctica trascendental, ese tránsito hacia el conocimiento al que Foucault le atribuye condiciones históricas, sociales o económicas[2]-,al diseccionar en un aparato de relaciones posibles e inestables, aquellos dispositivos que entran en juego cuando de exigir condiciones dignas y justas para las mujeres se trata.
A continuación, intentaremos darle orden a este ejercicio escritural. Volvemos al lugar de la memoria, para darle peso a un lenguaje que signifique esta experiencia.
El caso de violación en la IISUABJO y la organización feminista autónoma
Allí donde crece el peligro, crece también lo que salva
HÖLDERLIN
Durante el conversatorio, la Dra. Curiel compartió una mirada objetiva alrededor del caso de la denuncia pública contra Arturo Ruiz López, quien es señalado como “violador de una de sus asistentes de investigación, hechos que sucedieron en el 2015 en el marco de una práctica de campo en el municipio de Tlaxiaco, en la Mixteca Oaxaqueña”.
Como profesora-investigadora, y como mujer-compañera en el ejercicio cívico de exponer la verdad sobre los hechos y participar en la búsqueda de justicia, Curiel nos contó acerca de la respuesta de algunos feminismos locales (Oaxaca), y cómo éstos hacen manifiesto su repudio ante los casos de violencia misógina, además de brindar pautas de resistencia con acciones organizadas desde la autonomía –o bien, aquello que la misma Curiel ha planteado como justicia feminista autónoma-.
Fue durante la II Feria Internacional del Libro de estudios de las Mujeres y Feminismos (FILMUFE, Oaxaca, 2017) realizada en mayo del año pasado, que integrantes del Movimiento de Universitarias Oaxaqueñas en Vigilia contra las Agresiones Sexuales (M.U.O.V.A.S.) dieron a conocer durante una rueda de prensa, el “expediente que muestra las pruebas de los hechos, de la denuncia pública contra Arturo Ruiz López”.
Podemos pensar, por ejemplo, en una lectura estética-política sobre la acción realizada por M.U.O.V.A.S. a manera de escrache; la performatividad con que 3 cuerpos rebeldes, enmascarados y cubiertos con capucha negra, convirtieron la FILMUFE en un espacio común de resistencia, para interpelar a la sociedad civil en un ejercicio de des-enmascaramiento de los agresores sexuales sostenidos impunemente por el sistema patriarcal hegemónico. Tal como lo hace la poeta, escritora y performer chilena Eli Neira quien, al respecto de su obra y la historia del arte-acción en Chile, dijo en una entrevista (2016)[3] que hay un símil en el acto comunicativo tanto del mensaje de un texto, un poema o un performance; siendo en éste último donde “se utiliza el cuerpo como soporte para instalar estados de duda”. O como plantea la poeta y escritora mexicana Sara Uribe, en su imprescindible texto Escribir las violencias sobre el cuerpo desde la poesía en México (2018), al hacer referencia a la obra de la también escritora mexicana Cristina Rivera Garza: hay que “poner en cuestión el estado de las cosas y el estado del lenguaje”.
Con el expediente mostrado hoja-por-hoja durante el evento público feminista, las integrantes de M.U.O.V.A.S. dieron a conocer que, en la denuncia que enfrenta Ruiz López se tipifica “la violencia sufrida en términos del código penal vigente para el estado de Oaxaca, peritaje psicológico, pruebas documentales y adjuntos”.
Si bien, el documento antes mencionado sería entregado a instancias de defensa de los Derechos Humanos, así como autoridades universitarias –habrá que indagar sobre el estado actual de dichos procesos-, con el apoyo de alrededor de 11 organizaciones de mujeres, y suscrito por 113 académicas e intelectuales de México y el mundo; creemos que el escrache realizado para evidenciar la responsabilidad de Ruiz López, supera –en términos de justicia feminista autónoma- cualquier proceso burocrático estatal; va más allá de cualquier método científico avalado por el canon patriarcal porque inspira, despierta la rabia incrementada de las que, dignamente, nunca se callan –como grita el poema de la compa Hilandera Joana Medellín (CDMX, 2018)-.
Otro de los escraches realizados por integrantes de M.U.O.V.A.S. en el mes de agosto de 2017, fue la clausura simbólica de la puerta del IISUABJO, donde carteles de denuncia con el rostro y nombre del investigador acusado, rodeados de cintas rojas de seguridad, dejaban leer textualmente:
“Hoy, 29 de agosto del 2017, “clausuramos” este espacio al no ser seguro para las alumnas, trabajadoras y académicas del Instituto de Investigaciones Sociológicas, ya que Ruiz López, además de seguir en la universidad es coordinador de la nueva maestría profesionalizante Acción Social en contextos Globales”.
Por otro lado, previo a las reiteradas demandas de justicia por el caso de violación cometido por Arturo Ruiz López, una nota periodística fechada al mes de abril de 2017, publicaba sobre el diseño del Protocolo de actuación para atender casos de discriminación, así como denuncias por violencia contra las mujeres, hostigamiento y acoso sexual.
Dicha acción fue promovida por la Red por la Igualdad de Género de la UABJO, coordinada por la Dirección de Equidad de Género (DIEG), liderada a su vez por la Dra. Mónica Bautista Miguel, y fue resultado de las actividades del seminario “Hacia una cultura de igualdad en la UABJO” dentro de la gestión institucional del actual rector, el Dr. Eduardo Bautista Martínez. Durante la presentación del plan de trabajo estuvo presente la Mtra. Andrea Medina Rosas, abogada feminista, especialista en la consolidación de derechos de las mujeres a una vida libre de violencia, quien explicó que “el instrumento legal permitirá construir garantías para una implementación correcta”.
Sin embargo, cabe preguntarse aún, quién y de qué manera determina lo que es “correcto”, cuando de violencia institucional ejercida por los miembros de esa anacrónica estructura de poder se trata. La Mtra. Medina señaló que “son las universidades el espacio idóneo para plantear la generación de estos cambios”. Tema aparte de la responsabilidad cívica y ética que implica defender la educación pública como un espacio generador de reflexión, de producción intelectual, de vinculación comunitaria y de acción estética-política, es menester poner en crisis ese aparato capturado por el sistema de dominación. Ese sistema de dominación que es el aparato ideológico llamado escuela-academia.
Preguntarnos, ¿es acaso que se cumplen los mecanismos planteados en dicho protocolo; que la “voluntad política” y la “firme convicción” a la que se refiere Bautista han logrado materializar la atención digna ante las denuncias por violencia misógina? ¿Hemos logrado esa anhelada justicia, y Arturo Ruiz López ha sido destituido de sus cargos académicos? ¿O es que acaso no somos lo “suficientemente víctimas” para que nuestros cuerpos y nuestra singularidad sea respetada?
Cierto. Es preciso ocupar todos los espacios posibles; concebir el máximo de puntos de fuga donde los dispositivos del miedo y la opresión no obturen nuestras potencias; pero, lejos de la ingenuidad y el asimilacionismo acrítico, creemos que más allá de los endebles y anquilosados vicios institucionales, nuestra palabra y nuestros actos apuestan a la transgresión de las fronteras del lenguaje desde la autonomía; se disparan hacia los amplios caminos del entendimiento, filtrándose en la experiencia personal-política y situada de nuestro territorio-cuerpo en el mundo.
Como bien señalaron las compañeras de las batukadas feministas el pasado 8M, desde las calles de Oaxaca: “en donde no nos quieren, ahí estaremos”, porque, sencillamente, “la historia precisa ser escrita de otra manera, ¡con otros puños!”.
Ciao ciao-bye-bye a la re-victimización
El lenguaje opresivo hace más que representar la violencia; es violencia;
hace más que representar los límites del conocimiento, lo limita.
TONI MORRISON
Son bien conocidos aquellos discursos de ignorancia, permisividad, complicidad y encubrimiento que alimentan las bocas hambrientas del patriarcado cuando una mujer denuncia públicamente a su agresor.
Ahí donde lxs aliadxs del pacto patriarcal ven “chantaje”, “necesidad de atención”, “chisme”, “exageración” (sic); donde dicen, las buenas conciencias, deberíamos usar los “medios legales de denuncia”-como si el sistema de justicia mexicano garantizara procedimientos dignos y éticos; como si garantizara, precisamente, justicia-. Que “hablamos desde el odio y el resentimiento”. Ahí donde se revierte la búsqueda de sanción social con retóricas moralinas, judicializantes y ninguneos; nosotras vemos y participamos de procesos éticos suscritos en el auto-cuidado, en la rebeldía, en la afectividad, en el acompañamiento seguro, en la dignidad humana, en la justicia.
Dichos procesos implican un rechazo a esa re-victimización, tan normalizada, hacia aquellos cuerpos-sujetos que desobedecen; que se mueven por trayectorias perplejas, mutantes, neuro-diversas, pero que, insistentemente y pese a todo –dicho en términos de lo políticamente correcto- exigen una vida libre de violencia misógina. Una vida donde el miedo no.
Una de las escritoras latinoamericanas contemporáneas que nos interpela a confrontar el miedo –y todo estado mental que obstruya nuestra capacidad de obrar- desde el pensamiento, desde la anarquía, es la argentina Leonor Silvestri, quien, a través de su obra y su producción estética autodidacta y autónoma, ha dejado ver claras las intenciones del imaginario paternalista: re-victimizar a quienes (sobre)viven, a quienes se defienden, a quienes denuncian: a las malas víctimas.
Hemos de volver a la historia que es también volver al lugar de la memoria. Ahí tenemos el caso de la pintora romana del Barroco italiano Artemisia Gentileschi, quien en el año de 1612, con tan sólo 18 años, ya era presa de la re-victimización enjuiciadora de su época. La opinión pública de principios del siglo XVII decía que Artemisia había “consentido” la violación que cometiera sobre ella Agostino Tassi, un pintor al que el padre de Artemisia abrió las puertas de su casa y al que, cabe decir, le fue concedido el exilio. Se dice que Artemisia declaró:
«Cerró con llave la habitación y después me tiró sobre la cama, inmovilizándome con una mano sobre el pecho y poniéndome una rodilla entre los muslos para que no pudiera cerrarlos y me levantó las ropas, algo que le costó muchísimo trabajo. Me puso una mano con un pañuelo en la garganta y en la boca para que no gritara (…). Yo le arañé el rostro y le tiré del pelo».[4]
Así pues, el aparato ideológico triunfa bajo el ordenamiento de los poderes estatales, cada vez que se comete un acto de re-victimización hacia un cuerpo-sujeto-mujer (sobre la que se ha demarcado la manifestación de la violencia misógina); venga de tribunales, de las instituciones u organismos designados y legitimados para la impartición de (in)justicia, o venga de una sociedad castrante, moralista, adoctrinada, de buenas costumbres y valores, colonizada.
El Estado y la manera en que éste configura los modelos de sociabilidad en los espacios públicos y privados, deja por sentada una pedagogía del miedo y de la culpa, que intenta legitimarse sobre todos los cuerpos, principalmente aquellos que no corresponden a la realización de una hegemonía heteronormada. Ante dichas acciones despóticas y correctivas, las mujeres tenemos al menos 3 semillas infalibles: rebeldía, autonomía, dignidad.
Así lo han demostrado las colectivas feministas organizadas desde los diferentes puntos de fuga en todo el territorio nacional. M.U.O.V.A.S. y las mujeres solidarias de Oaxaca y el mundo. Así lo han demostrado Las Libres[5], quienes en el pasado mes de agosto, junto a la red de estudiantes, maestras y administrativas de la Universidad de Guanajuato, realizaron un pronunciamiento público contra los agresores de dicha institución. Las mujeres estudiantes, exalumnas, docentes, exdocentes y trabajadoras de la Universidad Autónoma de Querétaro también se han organizando para visibilizar las agresiones por acoso, hostigamiento, abuso o violación[6]. Así lo han demostrado colectivas feministas en Tijuana, B.C., quienes durante la Movilización Nacional VS Acoso Digital del 24N de 2017, realizaron un acto simbólico en las instalaciones de la Universidad Autónoma de Baja California, para denunciar a estudiantes y profesores que han cometido actos de acoso e intimidación -donde además, se está gestando actualmente la creación e implementación de un protocolo para atender y eliminar las violencias machistas dentro de la institución académica-.
Ante la violencia machista, una ética feminista
Solo así misma debes tu ruptura. Permitir que, ésta frase que establece Deleuze sobre la diferencia entre la ética y una moral -en su tratado sobre la Filosofía Práctica[7]spinoziana, impregne nuestros sentidos, es dejar, de manera singular, que el cuerpo hable. El cuerpo físico y el cuerpo espiritual. Escuchar una voz propia que habla ya no sólo desde el cosmos de los sentipensares, sino desde una necesidad imperiosa de entender, de escuchar(nos); devorar la membrana del miedo para crear, un lazo visible y palpable con nuestra realidad concreta. Ir más allá de la ética como una estética de la existencia.
Volviendo a uno de los diálogos con que intentamos abordar parte del abanico epistémico que la Dra. Charlynne Curiel amablemente nos compartió durante el conversatorio: Violencia, Cuerpo y Feminismos, miramos la ética con nuevas lentillas, y pensamos hoy en la posibilidad de una ética feminista.
La escritora y filósofa feminista Francesca Gargallo[8], dice que la “ética feminista es la que, actuando contra el privilegio moral y social del macho de la especie humana, reconocido como universal en la cultura, descubre que éste constituye la injusticia inicial sobre la que se ha construido un sistema lógico-político que ha llevado a la humanidad por una senda de destrucción e incapacidad de paz.”
Esa ética feminista podría ser la que nos impele incluso a quitarnos las gafas violetas para abrir nuestro tercer ojo. Colocar nuevas subjetividades en el fértil campo de nuestra capacidad de afectación. Comprender, desde la grieta que atraviesa nuestra singularidad, los profundos cataclismos psíquicos y corporales que arrastramos por el simple hecho de haber nacido en un mundo machista. Por supuesto, no es tarea fácil. Como cuerpos-sujetos asignados a una categoría de género desigual, hemos sido condicionadxs ancestralmente a la dicotomía opresorx-oprimidx. Pero, ¿cuándo estaremos dispuestxs a desmembrar los dogmas del colonialismo ideológico?
Cuando trasladamos un campo de acción específico de producción/ compartición de saberes y conocimientos –como lo es la academia (con a minúscula)- a un espacio común, plural, horizontal, de reflexión personal y mediación colectiva; un espacio donde nos encaramos con todo aquello que potencia o incomoda, aquello que es; un espacio donde somos capaces de mirar(nos), de-construir(nos) desde el disenso, la empatía, el respeto; entonces estamos yendo, pienso, en pos de una ética feminista.
Este momento histórico nos reclama quitarnos la venda machista de los ojos, del cuerpo, del sexo, de la lengua y de la psique. Desenterrar la bandera colonialista de nuestros territorios. Creer, que sobre la estampida de siglos de sumisión e infortunios, sabemos resistir. Acuerpándonos –como pronunciaron, desde Iximulew, Guatemala, las compañeras del feminismo comunitario-; acuerpándonos para hacer posible la esperanza.
Creemos preciso disociarnos incluso, del espacio de confort llamado sororidad, cuando ésta se vuelve una captura más; cuando se vuelve permisividad para la corrección política, cuando deviene en autocomplacencia acrítica, simulación. Interpelar, desde la acción y el pensamiento, al misógino-racista-opresor que todxs, llevamos dentro; y al que podemos, en cualquier momento de nuestras cotidianidades –esas que no son transferibles a la realidad virtual-, tener justo delante de nosotras. Entrenar nuestro cuerpo espiritual y nuestro cuerpo físico, porque no podemos negarlo: vivimos en guerra contra nuestros territorios-cuerpos; y porque sabemos defendernos: ya no habrá ninguna, ninguna agresión sin respuesta.
°°Este texto parte de una indagación de la autora. Los nombres mencionados corresponden a la investigación documental.
LaCobertura de 4Vientos, del conversatorio Violencia, Cuerpo y Feminismos: https://www.facebook.com/4vientos.net/videos/2100105593585530/
Notas:
1 La acepción política del término escrache se le atribuye a la agrupación argentina de Derechos Humanos HIJOS (1995), quienes denunciaron la impunidad de los genocidas durante la dictadura cívico-militar. En España, los medios de comunicación denominaron como escraches a las protestas pacíficas (2013) por la crisis económica. https://hablacultura.com/cultura-textos-aprender-espanol/debates/escraches/ En México -y algunos países latinoamericanos- el escrache es entendido como una acción político-comunicativa de autodefensa feminista, cuyo objetivo es denunciar públicamente abusos por parte de una persona, sea con acciones directas en espacios físicos o a través de herramientas tecnológicas y digitales. Layla Sánchez Kuri dice sobre el escrache que “no es una forma de venganza o violencia, sino una necesidad de justicia ante la ineficacia de las instituciones”. http://www.mujeresnet.info/2016/06/del-escrache-feminista-como-accion-sororaria-y-su-comunicacion-efectiva-para-la-denuncia.html
2 Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas, Michel Foucault.
3 Entrevista a la Artista chilena Elizabeth Neira 2015 https://www.youtube.com/watch?v=JGoLHGjs9dM
4 Artemisia Gentileschi, la pintora que fue violada y que se vengó haciendo arte feminista en el siglo XVII https://www.bbc.com/mundo/noticias-38391897
5 Transmisión de Las Libres desde la Universidad de Guanajuato. https://www.facebook.com/422140254472000/videos/1790275247733744/
6 Denuncian acosos y abusos a través de #YoTambién UAQ http://www.ciudadypoder.mx/denuncian-acosos-y-abusos-a-traves-de-yotambien-uaq/
7 Spinoza, Filosofía Práctica, de Gilles Deleuze (traducción de Antonio Escohotado), Fabula, 2006.
8 Ética, ética feminista y libertad, Francesca Gargallo. https://francescagargallo.wordpress.com/ensayos/feminismo/feminismo-genero/etica-etica-feminista-y-libertad/
9 Carta abierta a Virginia Reyes de la Cruz Directora del IISUABJO https://feminismosendebate.tumblr.com/
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*Karen Márquez Saucedo es poeta y escritora transfronteriza. Ha impartido talleres y conversatorios de literatura, escritura, estéticas feministas, género y ciudadanía en Tijuana, Mexicali, Ensenada, CDMX y Oaxaca. Gestiona el proyecto Mundágora Feminismo Autónomo, reivindicando experiencias estético-pedagógicas libres y comunitarias; visibilizando la obra de mujeres creadoras desde una perspectiva feminista, entre otras actividades. Actualmente trabaja en la escritura de su proyecto Genealogía de Resistencias.
Tanto la imagen que acompaña el encabezado como las imágenes del cuerpo del texto, fueron proporcionadas por la autora.
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