Resignificación de los monumentos: Las pintas como marcas de lucha

Por: Darcy Pérez*

«Pensamos que un monumento es un lugar vivo donde se manifiestan muchas vertientes de la sociedad, un monumento está vivo y es dinámico.»

-Restauradoras con glitter

 

Después de las pasadas protestas a favor del aborto legal, seguro y gratuito, efectuadas el 28 de Septiembre de este año en la «ciudad blanca» de Mérida Yucatán, hubo una cuestión de sucesos que me gusta catalogar como: el  desmantelamiento una sociedad machista y misógina closetera, que después de los acontecimientos logró sacar lo peor de sí y mostrar la realidad de la mentalidad retrograda que tienen la mayoría de los yucatecos.

Nunca he sido reservada con mi postura sobre el tema de la legalización, incluso cuando el externarla me ha traído problemas familiares, pues mis ideales no son precisamente idóneos para con la religión que mi familia ejerce, pero hablar de mi postura es algo que ya he hecho tantas veces que realmente no puedo decir que ese sea el propósito de este post, más bien esta vez me gustaría tocar este tema que ya parece haber sido olvidado por la comunidad cibernética Yucateca y que ha rondado mi cabeza desde ese día.

Durante la protesta me mantuve pendiente de las redes sociales, como muestra de mi sororidad y apoyo incluso a sabiendas de las opiniones agresivas que se estaban generando. Tenía que prestar atención a lo que estaba pasando tanto en la protesta como en la marcha del «frente nacional por la familia» (que más que marcha pro-vida parecía procesión de la Virgen de Guadalupe) pues temía por la integridad de mis hermanas y compañeras que si pudieron asistir, conforme pasaban las horas y las publicaciones se iban viralizando; comencé a leer comentarios que más allá de «desaprobatorios» rayaban en lo amenazantes y hasta cierto punto preocupantes.

Recuerdo que después de leer un comentario de una mujer diciendo «ojalá las quemen y las maten a todas» me reí esperando que fuera sarcasmo, al darme cuenta que no era de esa manera no pude sentir nada más que incomodidad y mucho miedo por las que estaban en la protesta. Yo ya sabía que era solo el comienzo, porque sabía la manera en la que iban a terminar las cosas y aunque yo estaba muy consciente y no tenía otro sentimiento aparte del orgullo, sabía que ese comentario se volvería un granito de arena a comparación de las cosas que estaba por leer.

 

Cuando la protesta terminó y las fotos del monumento comenzaron a hacerse virales yo ni siquiera me atrevía a mirar los comentarios, para mí, todas las pintas significaban algo, eran marcas que anunciaban el cambio en el orden político y social de las cosas, marcas que anunciaban una revolución, pero no una revolución cualquiera, una revolución FEMINISTA.

Cuando leía el «será ley» en la espalda de la madre monumenta solo pude pensar en que esa frase no era un cuestionamiento, era un aviso contundente.

Para mí y para muchas de mis compañeras las pintas tenían un significado, eran nuestro llamado, eran nuestras voces en conjunto diciéndo «AQUÍ ESTAMOS Y NO NOS VAMOS A NINGÚN LADO» eran nuestras ancestras alentándonos a seguir en la lucha, las pintas le daban al monumento un sentido de reivindicación, era una madre, revolucionaria, que había elegido su maternidad y que sabía que esta misma no debía ser forzada.

Al leer los comentarios no me sorprendí, pero en ese momento supe que el camino sería más difícil de lo que había pensado, todos ofendidos insultando las pintas porque eran un daño al «patrimonio cultural» y fue ahí cuando me pregunté: ¿Realmente esta escultura significa algo para esta gente? ¿O simplemente ahora les importa porque les incomodan los mensajes que se encuentran en ella?

Las pintas, más que simplemente ser eso, eran una serie de significados y significaciones llenos de un mensaje más allá del superficial, que al día siguiente cuando me detuve a tomarle fotos me quedé admirando por mucho tiempo, pero ¿Cuántas veces la gente se quedaba admirando este monumento de la misma manera y con la misma pasión antes de las pintas como yo lo miré ese día?

Mi trayecto muchas veces incluye pasar por el parque y yo no recuerdo haber visto ni una sola vez a alguien de mis conocidos que compartieron indignados su opinión, yendo a sentarse todos los días o subiendo a sus redes sociales las fotos con el monumento expresando su embelesa para con este.

Y eso es simplemente porque el monumento solo era eso, una estatua de mármol más, hasta que llegaron las pintas a él, los monumentos están hechos en tiempos de la historia específicos y reflejan contextos sociales, culturales y políticos dentro de la sociedad, pero como la sociedad es progresiva y por la naturaleza cambiante del ser humano tiene que ir a la par de él, los monumentos también son susceptibles a recibir evidencia de los cambios y de los acontecimientos históricos importantes de la humanidad.

Si algo no está bien dentro de la sociedad, siempre se va a reflejar de alguna manera u otra y que los monumentos sean testigos vivos de ello no hace más que evidenciar que, el resignificar algo, no es siempre algo malo y que por muy incómodo o extraño que nos parezcan las manifestaciones de las causas sociales no significan que la manera de hacerse sean erróneas.

El monumento a la madre pronto estará restaurado y listo para verse como antes, pero la evidencia de lo que pasó ese 28 de Septiembre cobrará vida en la historia con color verde brillante y en forma de letras diciendo:

Será ley.

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Darcy Pérez, estudiante en Ciencias de la Comunicación, amante de los gatos y la comida. Yucateca feminista interseccional, amo todo lo que me haga feliz y todo lo que desafíe el sistema.

 

 

 

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