Escrito: Alba Castilla*
Foto: Barrio, por: Santiago Hellen**
¿Qué sentido tiene hablar de mujeres?¿Existe de verdad una categoría mujer, algo que nos
una a todas? ¿Existe, cómo se da muchas veces por sentada esa sororidad que está tan de
moda? Yo no lo creo. No creo que se pueda definir el término mujer al tener un significado
vacío y no creo tampoco que haya nada que nos una de por sí entre nosotras.
De acuerdo con Judith Butler en El Género en Disputa, el “nosostras” feminista es una
categoría fantasmática de tenue consistencia, y explica que la “yo” beauvoriana que se
convierte en su género es un punto de agencia que nunca está completamente identificado
con ese género, y que tanto el género como el sexo son constructos sociales (Para más
información leer Cuerpos Sexuados de Anne Fausto Sterling), vuelvo a preguntar, ¿qué
sentido tiene hablar de mujeres?
¿Hasta qué punto nos es útil una categoría mujer vacía de significado? El pensamiento
feminista, especialmente la muy demonizada “teoría Queer” (sí es que algo así existe) se ha
encargado de difuminar los límites de la categoría mujer, categoría que nos deja fuera en
muchas corrientes de pensamiento a las mujeres trans, hecho que, personalmente, me
hiere.
Ásta Kristjana Sveinsdóttir escribe en su libro Categories We live By que la
característica comunal “ser una mujer” (siendo una característica comunal aquella que es
dada por los sujetos con la posición de hacerlo, por ejemplo “ser guay”; característica
dependiente del contexto) no es más que una clasificación externa y que una es una mujer
únicamente en relación a su contexto.
Llevando esta reflexión un poco más allá, enotnces ¿no cabe hablar de personas mujerizadas? ¿No es sino debido a la adquisición de ciertos rasgos, nombres y características físicas que una es
designada mujer? ¿Es o no apto el paralelismo con la denominación de personas
racializadas siendo ambos constructos sociales denostando dinámicas de poder y
perpetuando un sistema desigual bien sea por el racismo, colorismo o xenofobia; bien por el
sexismo? ¿Qué sentido tiene el buscar aquella cualidad sin matiz o cualificación que
confiere la categoría mujer? ¿Acaso no somos personas mujerizadas aquellas personas que
somos tratadas como tal en determinados contextos?
Es importante recalcar que esto es dependiente del ámbito en el que una se
encuentre. Una puede ser una mujer para su grupo de amigas, pero no para la población en
general; una puede ser una mujer para la población en general pero no para participar en la
categoría “mujeres” de los JJOO; una puede ser una mujer para recibir violencias como
mujer pero no para entrar a un baño de mujeres, debido a su físico o complexión. ¿Hasta
qué punto nos podemos articular alrededor de una categoría mujer excluyente, que definida
como sea definida siempre va a dejar a un grupo de personas que son tratadas como
mujeres fuera? Yo creo que no nos sirve una categoría que excluye a nosotras, mujeres
trans, personas que queremos articularnos y crear nosotredad con otras mujeres. La categoría mujer excluye a butches por masculinas, excluye a las lesbianas, citando a Monique Wittig “las lesbianas no somos mujeres”.
Una categoría formada con una mujer cis blanca heterosexual en mente y que en muchas ocasiones se queda corta para englobar las violencias y realidades que sufrimos y vivimos otras sujetas parte del colectivo.
Y aún me gustaría llevar esto más allá, sí definimos mujer como la alteridad, ¿no hemos sido la gran mayoría de personas abocadas a dicha alteridad en algún momento de nuestras vidas? ¿No somos, o hemos sido, todas, todes, todos, mujeres en algún momento? ¿Qué sentido tiene un discurso excluyente, especialmente si las personas designadas como varón al nacer hacen un esfuerzo para deshacerse de sus privilegios?
¿Es el feminismo la consecución de privilegios por las personas leídas como mujer o, más
bien, la destrucción del sexismo y el machismo como forma de opresión (entre otras)?
Considero que sería más útil para el feminismo replantear esta categoría de mujer. Yo propongo el término personas mujerizadas, por varias razones. La primera de ellas es porque ya no nos definimos por nuestra opresión. Las mujeres trans dejamos claro que somos personas antes
que mujeres. Segundo, me parece mucho más inclusiva y podría abarcar realidades fuera de
la identidad mujer como pueden ser las marikas u hombres trans cuyas vidas también son
afectadas por el cisheteropatriarcado, y tercero, destierra la idea de que existe un vínculo
ancestral entre nosotras. En mi opinión, nos anima a ser conscientes de nuestros privilegios y de las violencias que ejercemos hacia personas en situaciones parecidas a la nuestra.
Igual he hecho una lectura completamente errónea de los libros arriba citados, pero considero su conclusión lógica el hablar de personas mujerizadas, categoría abierta y en constante revisión y expansión, y dejar de lado la categoría mujeres. Como aclaración, no quiero negar en ningún momento la violencia que sufren personas leídas o asignadas como mujer en todos los rincones del planeta, si no simplemente cuestionar qué significa esto de ser una mujer.

*Me llamo Alba y soy transitante del género, aficionada a llevar vestidos y transfeminista en ciernes, aficionada a pensar y a escribir es la primera vez que doy el paso de compartir algo mío. Ilusionada con un mundo sin géneros ni disputas.
**La imagen que acompaña este texto es de Santiago Hellen (@santiagohellen) es fotógrafe y artista digital trans no binarie, La Plata Argentina. Modelo: @Barrio (ella) quien es artista.
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