Hoy lunes 11 de Octubre se cumple el asesinato número 29 de mujeres trans este año en Colombia. “El día de ayer encontraron el cuerpo sin vida de Paola “La gaga”, trabajadora sexual en Manizales. Su cuerpo fue encontrado en una residencia después de atender a un cliente” (Red Comunitaria Trans, 2021)
No es el titular de una noticia, es la publicación que denuncia la Red Comunitaria Trans desde su perfil de Instagram. Tuve la oportunidad de crear el sábado 9 junto a otres activistas trans la primera mesa de las Jornadas del Octubre Trans de 2021, en Madrid para tratar el tema de la violencia policial. Conseguimos contactar a través de redes con Sahory y Alexa dos de las mujeres que pertenecen a la Red Comunitaria Trans de Colombia y al colectivo Toloposungo. Al principio apagamos la luz para ver sus rostros proyectados en la sala además de su voz, mientras yo y el resto de les asistentes permanecimos en penumbra. Tras la charla, muchas de las personas que acudimos estábamos verdaderamente conmovidas por sus relatos y discursos, y ellas a su vez, sentían la necesidad de grabar las palabras para que se difundieran a lo largo y ancho del globo.
Tras encender las luces, las conversaciones giraron en torno a la fuerza de movilización política que representan en Colombia: -¡Qué organizadas están!- dijo una persona en la sala. Hay que destacar la fuerza del Paro Nacional, que parece estar acuerpando la historia frente a la Historia que quiso ponerle principio y fin.
La Historia de los vencedores y vencidos, de los malos y los buenos, es aquella que nos vendió la más fácil de las fábulas mágicas occidentales y la de sus seguidores
Pero la realidad es bien distinta. Al mismo tiempo que, en otros medios se in(visibiliza) a la primera línea de las protestas, criminalizada en los medios de comunicación, la lucha de las mujeres trans y marikas permanece unos escalafones más por debajo de la legitimidad de lo visible. También dentro de la izquierda y el pueblo colombiano.
La Red Comunitaria Trans es la que protagoniza las movilizaciones #YoMarchoTrans donde se porta un inflable que ocupa todo el espacio público. Lo movilizan sobre sus cabezas para visibilizar el cuerpo trans. Uno de sus proyectos más recientes es la reconstrucción de la Casa Trans en Colombia. Necesitan recaudar dinero para recuparar el espacio de su antigua casa que debido al incesante acoso, perdieron. Esas mismas personas cis, ponían trabas para pagar futuras rentas. Todo ello formaparte de la misma violencia epistémica y material sobre los cuerpos trans en espacios activistas. También durante la marcha oficial LGTBI fueron desvalijadas por personas del mismo colectivo, además de ser violentadas por mujeres cisgénero abolicionistas de la prostitución que las acusaban de “colonizar su cuerpo”.
Hacer referencia a lo cis estuvo presente durante su charla por la necesidad de escapar de la mirada normativa y violenta que las construía en lo político y en lo personal. Trataron el tema del silicón como supervivencia, la mala atención y negativa de diferentes servicios por parte de la administración, así como los riesgos de las malas praxis médicas que dañan sus cuerpos. Frente a esto reivindican el derecho a la salud, trabajo y educación, pero reconocen la fuerza de su comunidad y la fuerza con la que ellas mismas se han creado como mujeres a su “imagen y semejanza”.
Los cuerpos trans como cuerpos que no piensan irse nunca más.
La Casa trans proporcionaba a las mujeres, muchas de ellas trabajadoras sexuales, la existencia de una comunidad. Una comunidad donde se amaban, donde desquebrajaban la competencia entre las putas que existía en las calles de Santa Fe, para en su lugar crear alianzas desde el amor y el respeto más tierno y radical. Construir la Casa Trans supone construir de nuevo un sujeto político que, además, pretende transformar la violencia vivida en sus cuerpos: -“Por las que ya no están, por las desaparecidas, por las asesinadas”-, repetían al unísono en varias ocasiones durante la charla.
La Casa también proporciona aprendizaje de diverso tipo para empoderarlas y proporcionarse herramientas contra la violencia sistémica y epistémica (Spivak, 1985). Frente a la violencia del silencio y ruido sobre sus cuerpos: -“Lo vamos a lograr”- repetían.
Otra de las grandes luchas que lideran es la del movimiento Toloposungo definidas como el escuadrón Trans Marika moldeado con el uso del cuerpo y la performance como arma política. Critican el uso del voguing desde EEUU como forma artística gringa y separada de su “sentido”: el voguing ha sido usado y creado por los sectores más marginados y cuerpos negros. El movimiento Toloposungo formado por mujeres trans, transmarikas y putas, vuelve a resignificar la performance del ‘vogue’ en el espacio público. La misma noche antes de la charla habían llevado a cabo una acción artística donde el uso de materiales audiovisuales era indispensable para mostrárselo al mundo. Hacían uso de los colores customizados del ESMAD portados en cuerpos trans y de trabajadoras sexuales en cada una de sus acciones artísticas.
Durante la charla también hablaron sobre el choque que les producía a los uniformados presenciar en primera línea de las protestas estos cuerpos y el uso que hacían las mujeres de estos: colocan el silicón, su culo, tetas y cuerpo sobre el ESMAD: –“No nos vamos a ir, esta vez no”– mientras los mueven y contonean. Politizan la “guaracha” con cada uno de sus movimientos como forma de resistencia frente a la muerte, violencia y desaparición. Frente a la apatía, la rabia. Esos mismos cuerpos que como relataban las mujeres, los policías habían recibido disparando con armas al silicon durante los toques de queda para arrebatarles el ser, la comunidad y su identidad de mujer.
Estos relatos difuminan las fronteras entre el silicón, el cuerpo social y el cuerpo político
Pero estas acciones no son aisladas, los cuerpos de mujeres trans y marikas están organizados en red, en comunidad. La Casa así se hace necesaria para fortalecer esta continuidad, para que no suponga casos aislados en el tiempo. Dotar de sentido político a algo implica compartirlo con el resto y que el resto se sume a una nueva sociedad colombiana. Ellas mismas critican cómo las reformas policiales son producto de decisiones cisgénero. -La policía no hay que reformarla- decían. Quienes han decidido eso son las mismas personas cis que nos violentan y agreden o que son cómplices del silencio. Nosotras sabemos bien que la policía no está para servirnos, sólo para violentarnos.
Así, van apareciendo diferentes elementos como la Casa y comunidad, el arte, la “guaracha”, el silicon y la calle que constituyen el sentido y la fuerza de estas mujeres. -Somos mujeres, somos personas y somos dignas de respeto-, repetían, además de levantar de un plumazo los sentidos que el resto había construido sobre ellas y sus cuerpos. Somos más cosas que putas y peluqueras, pero también somos putas, trans y marikas. Somos feministas. Somos familia, somos rabia y queremos hacer justicia desde nuestros cuerpos y creando herramientas para y con ellos.
¿Qué significa un relato de violencia si la consigna está llena de amor, de rabia y de comunidad?
Se hace posible.
Bibliografía
Red Comunitaria Trans (2021): “Estamos de luto por Paola. Comunicado Público” 11 de octubre de 2021.
Spivak, G. S. (1985), “¿Puede el subalterno hablar?”, Revista Colombiana de Antropología, 39, pp. 257-364.
** La imagen que acompaña el texto es de Carolina Urueta

Édel Granda Viñuelas @gv_edel
Antropólogue y activista trans. Antropología Social y Cultural. Lo que duele, violenta, transforma y cura. Su interés versa sobre lo corporal, feminismos y fronteras epistémicas y físicas en tiempos de globalización capitalista.
** Nota editorial: Este texto es una colaboración de escritura e ilustración para visibilizar lo que desde las diversas experiencias y saberes feministas se puede hacer. Además se tejen alianzas y acercan talentos que la comunidad feminista tiene para visibilizar y empoderar a las mujeres que escriben, ilustran y por diversos formatos, crean.
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