Por Kenia Sánchez M.*

Si Dante hubiera tenido un smartphone, probablemente habría añadido un décimo círculo del infierno dedicado a las apps de anonimato. Ahí, entre los trolls, los pervertidos y los community managers de OnlyFans, estaría TuSecreto, una adorable aplicación que, según la descripción de Google Play, “permite compartir ideas, dudas y miedos de forma anónima”. Qué tierno, ¿no? Excepto porque entre “dudas” como ¿me ama si me ignora? también hay otras como “¿Cómo hacer para que mi vecino maricón deje de existir?” o  “¿dónde consigo CP?” (por si alguien aún no lo sabe: esa es la abreviatura en inglés de material ilegal de abuso infantil).

La app, que acumula más de un millón de descargas, se vendió al mundo como un espacio seguro para que los adolescentes pudieran expresarse sin miedo. Y vaya que lo hicieron. Entre secretos sobre amores no correspondidos y confesiones vergonzosas, surgió toda una subcultura digna de investigación policial: venta y distribución de contenido explícito de menores, códigos ocultos para acceder a material ilegal infantil, y adultos haciéndose pasar por niños para “conectar mejor” con otros usuarios. Aunque, claro, el anonimato no solo es un refugio para depredadores sexuales, sino también para machitos frustrados que escriben su homofobia y racismo sin filtros, refugiándose en el anonimato. Qué lindo, ¿verdad? Todo muy human connection 2.0.

Antes, TuSecreto contaba con una sección “NSFW” que, spoiler alert, término cerrado. Resulta que cuando gran parte del contenido not safe for work es también not safe for prisión federal, alguien (probablemente un abogado con taquicardia) decidió eliminarla, no te preocupes. Problema solucionado, fin de la historia, o no: aunque la sección desapareció, el contenido sigue vivito y coleando, gracias a un sistema de “moderación” automática que es tan efectivo como un paraguas de papel en un huracán. ¿Quieres burlarlo? Fácil: escribe cualquier símbolo o número entre las palabras y listo, el filtro te da palmaditas en la espalda y te deja pasar. ¿Moderación manual? por su parte, es tan vergonzosamente inútil que uno imagina a un equipo de monos tecleando al azar mientras se ríen de las víctimas. En resumen, la moderación existe en la misma dimensión donde los unicornios pagan impuestos y los CEOs lloran por la ética.

La edad mínima para usar la app es de 18 años, según los desarrolladores. Aunque eso es tan efectivo como poner un letrero de “prohibido el paso” en una fiesta sin seguridad. Cualquiera puede cambiar su edad en dos clics y listo: adultos fingiendo ser adolescentes, adolescentes fingiendo ser adultos… una pasarela de identidad líquida perfecta para que los depredadores y machitos puedan desfilar sin freno. Y lo más adorable es que en la Play Store aún aparece como apta para adolescentes. Porque si algo le faltaba al mundo era una app diseñada para menores que facilita el grooming, el odio y el acoso sistémico.

Si te aventuras a leer los posts, prepárate para un desfile de maravillas. Hay emprendedoras ofreciendo “contenido de fotos y videos” como si fueran vendedores ambulantes de aguas en medio de la playa, mientras otros, con un altruismo digno de aplauso, regalan “códigos” en plan “toma, disfruta, no me des las gracias”. ¿Qué desbloquean esos códigos? Material sexual de menores, por supuesto, disponible en páginas externas que parecen diseñadas por el primo raro de Satanás. Y luego están los valientes que, sin rodeos, sueltan preguntas como “¿quién tiene cp?” o los clásicos “¿quieren ver nudes de mis compañeras?” porque el anonimato es el megáfono del cinismo. Es un mercado libre de depravación, un buffet de lo peor de la humanidad servido con una sonrisa anónima, donde las mujeres y las identidades disidentes son las principales presas.

La aplicación se lanzó en 2012, de la mano de dos argentinos, Dan Koltán y Santiago Sarceda, quienes probablemente soñaban con un espacio de libertad expresiva o alguna utopía hippie digital, algo como  “¡Hagamos del anonimato un lugar bonito!”, Spoiler: salió mal. Santiago, en un giro digno de una telenovela, ahora trabaja en una startup de meditación y espiritualidad, tu sabes, un tipo de Batman cínico, por el día trabaja en una app de paz interior y de noche sigue ligado a este desastre. También estuvo involucrada una empresa de software llamada Calculistik, que, sorpresa, ya no opera. ¿Quebraron? ¿Se hartaron del hedor? Quién sabe, pero el barco sigue a flote, tripulado por un puñado de depredadores y sostenido por los míseros centavos que generan los anuncios publicitarios. Porque, claro, ¿para qué cerrar este basurero si todavía da algo de centavos? La ética es para perdedores, y aquí hay que tener mente de tiburón.

¿Y qué pasa con los menores atrapados en este lodazal? Nadie parece preguntárselo demasiado. Total, mientras los depredadores tengan su patio de juegos y los dueños de las apps sigan contando centavos, ¿qué importa un poco de daño colateral? Es el sueño americano versión siglo XXI: hazte rico, ignora los gritos y finge que todo está bien. TuSecreto no es solo una app, es un experimento social fallido que demuestra cómo el anonimato, se convierte en un arma contra los más vulnerables.

Entonces, ¿qué hacemos con este desastre? Desde un enfoque humanista, la solución no pasa por parches tibios, sino por desmantelar estas plataformas o forzarlas a rendir cuentas. Alternativas como comunidades moderadas por humanos capacitados, con políticas claras contra el odio y el acoso, podrían ser un comienzo. Acciones concretas incluyen exigir regulaciones. Pero el problema crece: gigantes como Facebook están coqueteando con funcionalidades de anonimato y relajando sus ya débiles regulaciones contra discursos de odio, abriendo la puerta a más cloacas digitales. Si no actuamos, pronto tendremos un TuSecreto en cada esquina de internet, y el infierno de Dante parecerá un parque infantil. Así que, si te tienta descargarla, hazlo, quizás después del trauma puedas pedirle a Santiago un cupón de descuento en su app de meditaciones.


*Kenia Sánchez, de 26 años, es una joven periodista recién egresada.
Apasionada por el feminismo, encuentra en el periodismo una herramienta poderosa para visibilizar problemáticas estructurales, se caracteriza por su compromiso con la justicia social y su valentía para alzar la voz frente a las desigualdades. Con una mirada fresca y determinada, Kenia apuesta por un periodismo que cuestione, incomode y construya.
Contacto: kenia.sa.m99@gmail.com

Una respuesta a “Apps de anonimato, un nido de depredadores: Caso TuSecreto”

  1. Mucha razón en esto. Me da mucha vergüenza decir esto pero, yo fui víctima de gromming en esta app a la edad de los 15 años. Cuando lo descargue, lo único que quería era hacer amigos virtuales 😦 y quedé atrapada por señores y señoras mayores de edad que me acosaban por mensajes. Estoy de acuerdo que fue en mayor parte mi responsabilidad por no poner un alto, pero yo no estaba preparada para encontrar ese tipo de personas en esa app, que aseguraba ser normal.

    Es cierto lo que dice; cuando alguien recién entraba al panel de historias anónimas, lo primero que encontrabas era un montón de cerd*s que decían que «intercambiaban fotos de sus nudes», «paso código, califiquen», «quien para chat hot» a veces me daba asco, por eso lo borre. Ahora me encuentro con que la app ya fue eliminada… y fue lo mejor que ha pasado.

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