Por Juan Analí*
Los dispositivos tecnológicos son parte de nuestra existencia desde que hemos sido concebidos, grabados en la ecografía y exhibidos en alguna red social. Ya tenemos nuestra primera imagen pornográfica en la red. Multiplicada y compartida en 3D y en HD, una grabación de nuestros primeros latidos, enternecedora imagen que genera la primera pregunta que habla de nuestra identidad e individualidad sin si quiera haber desarrollado aun nuestra conciencia ¿ es niño o niña? Se pregunta en los comentarios ¿es niño o niña? Preguntan los progenitores a la persona que nos ve a través de un monitor y que interpreta nuestros movimientos.
Mas tarde en la sala de parto una escenografía preconfigurada por las mas prestigiosas entidades que se sitúan en la cúspide del “desarrollo” tecnocientífico. Los médicos y las enfermeras cumplen su rol en este escenario según los estándares que la incuestionable comunidad científica ha parametrizado, comunidad en su mayoría masculina , estándares desarrollados desde esa masculinidad y con el cuerpo femenino como objeto de estudio, análisis y experimentación.
Terminada la performance, somos medidos, pesados , analizados y registrados en algún sistema convirtiéndonos en datos. Resulta que somos niñas, etiqueta que cargaremos toda nuestra existencia, involuntariamente al comienzo, voluntariamente mas tarde, cuando seamos nosotras las que multipliquemos estas mismas imágenes HD, que se transformaran en datos, pero que finalmente nos seguirán categorizando en este ser niñas, mujeres, vaginas, úteros, ovarios, hormonas y ciclos menstruales.
Mientras somos niñas somos liberadas del aparataje tecno científico , si tenemos suerte, hasta nuestra adolescencia donde la mujer nuevamente se convierte en el cuerpo presa del dispositivo.
La píldora que configura nuestra composición hormonal mensualmente, regulariza nuestros ciclos y algunas veces suprime por completo la menstruación, el objetivo es no sentir , no sentirnos a nosotras mismas , y dejar en manos de la industria nuestro ciclo menstrual, mientras mas desconozcamos de nosotras mismas, mejor.
Dispositivos como la píldora fueron creados para la liberación femenina de mujeres blancas y testeados en mujeres puerto riqueñas , haitianas y mexicanas pobres quienes desconocían el propósito experimental y mucho menos las consecuencias. La visita al ginecólogo sigue siendo ese lugar sacro donde el médico es dueño de la verdad absoluta e incuestionable, a pesar de que la ginecología moderna nace gracias a hombres blancos que ganaron prestigio con la experimentación sin anestesia en mujeres esclavas afro americanas
Otro ejemplo de esta colonización son las glándulas del placer delegadas solo a roles de reproducción y asignadas con nombres de los científicos que “las descubrieron” . (glándula de Skene y glándula de Bartolino)
El especulo, dispositivo diseñado para la comodidad de la mirada del otro, diseñado para ocultar el enigma femenino a la propia mujer, tal como el fórceps , instrumento obstétrico que simboliza el reemplazo de la partera , por el medico y sus artefactos . Es curioso que a estas alturas de desarrollo tecno científico no existan instrumentos que nos ayuden a explorarnos a nosotras mismas, si no que al contrario sean violentos con nuestros cuerpos. No pasa así con la maquinaria domestica sin embargo , cuyo diseño ergonómico esta pensado para ajustarse perfectamente al cuerpo femenino ( o al menos la idea que se tiene de él).
La industria farmacológica multinacional , las pastillas para el dolor de ovarios, que simbolizan el olvido de la medicina ancestral de nuestras abuelas , el conocimiento de hierbas medicinales consideradas saberes de segunda categoría por la institución científica .
¿Cuanto sabemos de todos estos dispositivos que de alguna manera configuran nuestros cuerpos e identidades? ¿Cuanto sabremos de ellas antes de que los hombres de ciencias inventen e implanten nuevas tecnologías que nos harán parir mas viejas para ser mas productivas para el sistema cuando jóvenes?¿ Con cuanto dolor tendremos que seguir pariendo para que la industria ginecológica cree nuevos dispositivos mas amigables con nuestros cuerpos? ¿Debe seguir perteneciéndole nuestra fertilidad, nuestro instinto reproductivo, nuestros partos, incluso nuestro placer a la institución científica? ¿ Cuanto realmente sabemos del uso de esta máquina poderosa con la que cargamos, que tiene la tan ansiada capacidad de dar vida y llenar de humanos este planeta?
*Juan Analí. sudamericanx ciberfeminista , escribo , dibujo , diseño , intento aprender código y compartir conocimiento , soy adicta a los gatos y a descargar contenido pirata. Instagram : ja_illustration_london GitHub : juan-polanco
La imagen y sus derechos le pertenecen a Rodrigo García Fernández
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