Por: Esthela Sarahí Puga*
Todo caos ayuda a reordenar, supongo que fue ese caos en el que vivimos ahora el que me sacudió para volver a ser yo.
Hace unas semanas terminé una relación de poco más de dos años, es una de las decisiones más difíciles que he tomado, en su momento fue un dolor inexplicable y me arrepentí, pero ahora que todo se repite en mi mente como pequeños flash backs sé que fue la mejor y más sana decisión que pude tomar.
En mi soledad, en medio de lágrimas y lamentos pude desahogarme por medio de la poesía, debo admitir que hacía mucho tiempo que no me aplicaba tanto en mi trabajo como escritora y me sentí muy orgullosa de ello.
Me he tomado tiempo para hacer ejercicio por gusto, no porque alguien me lo pidiera, y lo disfruto bastante; he meditado todas las noches en mi habitación, mis heridas sanan poco a poco y comienzo a aceptar mis responsabilidades, a lidiar con la culpa que cargaba, la cual era bastante, pero es que al final te das cuenta que solo era un fantasma producto de la inseguridad, una no es culpable de que el amor muera cuando te esforzaste, pero si lo eres si matas el amor hacia ti misma; las traiciones no son tu culpa tampoco, pero eres culpable si no sueltas para que la herida sane. Todas esas cosas y esos pensamientos han aterrizado cada noche, y cada mañana despierto más limpia y serena.
Si alguna está pasando por esto o algo similar, de todo corazón te digo suelta, no te estanques, es un tiempo de crisis en el que tu salud mental y física está en juego y puede que pienses que todo va a pasar, y si pasa, pero cuando te pones a ti como prioridad.
Tenía mucho tiempo que no me sentía feliz y libre, estoy comiendo más sano, y trato de ser lo más optimista posible cuando la ansiedad y el dolor aparecen.
La soledad me ha abrazado muy bien, pero los mensajes de amigas ayudan a amortiguar el dolor, tampoco se aíslen de todo, es bueno tener un apoyo.
He estado leyendo dos libros, Política Sexual de Kate Millet y voy comenzando la última bruja de Navales, ¿Los recomiendo? Si, estar enlazada con el feminismo en este tiempo y en estas situaciones (aunque suene cliché lo diré) es liberador y te empodera.
No sé cómo va a terminar el proceso, porque es la primera vez que vivo algo así en mis veintiséis años, pero sé que estaré bien porque me tengo a mí, se lo que valgo, me puedo perdonar todo y amarme mucho hasta el final de mis días.
Es originaria de Ciudad Obregón, Sonora, México. Norteña de nacimiento, chilanga por convicción. Estudiante de la licenciatura en Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Iztapalapa.
“En mi escritura lo tradicional se pierde, mis musas nacen del absurdo e irónico contexto social, al igual que la forma poco convencional que he aprehendido para lidiar con esta dupla y no morir en el intento, me entusiasma la libertad que este arte me ofrece al momento de transmitir mi experiencia volcada en ácidos versos, cuentos indecentes y risas burlonas.”
Twitter: @sarahipuga94
Aviso: El texto anterior es parte de las aportaciones de la Comunidad, bajo el tema Viviendo la pandemia: crónicas feministas en primera persona. La idea es dar libre voz a lxs lectorxs en este espacio. Por lo anterior, el equipo de Feminopraxis no edita los textos recibidos y no se hace responsable del contenido-estilo-forma de los mismos. Si tú también quieres colaborar con tus letras, haz clic aquí para obtener más detalles sobre los requisitos.