(IN)VISIBILIDAD

Por: Marcela Flores*

 

Estudiaba en un colegio Marista, era una joven de 12-13 años y creí que algo estaba mal conmigo. Me di cuenta al ver la película de “Entrenando a papá” que las mujeres también me provocaban cosquillitas. Cuando veía a una maestra no era solo por admiración, sino un enamoramiento adolescente pero no sabia como nombrarlo; mi realidad era que no estaba bien así que opté por reprimirlo; seguí “admirando” a las mujeres que llamaban mi atención de lejos y en silencio. 

Pasaron 5 años aproximadamente y tan reprimido estaba mi deseo que no se me ocurrió en todo ese tiempo pensar en una mujer, como pensaba en un hombre.
Pero la conocí, conocí a la mujer más maravillosa y comprensiva, era justo lo que mi puro corazón necesitaba, y caí completamente enamorada de ella. Era una relación informal y sin títulos, pero yo la amaba con toda mi alma y aun así no me cuestione nunca mi sexualidad, solo me deje llevar por esos momentos, tampoco pretendí definirme con alguna orientación, yo solo era feliz con ella, escapándonos de la escuela, comiendo McDonalds todos los días, compartiendo risas y también la cama (siempre y cuando su mamá no estaba en casa). No fue muy duradero ni siquiera consistente, pero fue mi primer amor semi correspondido y a partir de ella (2 años después de terminar) comencé a reescribir mi vida desde el primer recuerdo de cuando sentí atracción hacia una mujer. Comencé a perderle miedo a descubrirme, aceptarme, a sentir y poco a poco irme definiendo. 
Mi conflicto comenzó cuando al decirlo en voz alta a ciertas amistades a pesar que eran de la comunidad LGBT+, parecían no entenderlo o no aceptarlo, porque la pregunta atada es “¿por cuál género te inclinas más?” Y no lo sabía, respondía por conveniencia, mi respuesta iba pensada individualmente para que la persona dejara de cuestionarme: “!ah! entonces solo estas experimentando” o  “!ah! Entonces no te has aceptado lesbiana” Y lo dejaba pasar en ese rato, pero fueron palabras y comentarios que se quedaron mucho tiempo en mi cabeza, pensando que efectivamente estaba confundida y que tarde o temprano iba a tener que llegar a elegir un género. La comunidad LGBT+ no es excluyente de discriminar, me quedó claro, y entonces yo no entendía cómo si tú también fuiste juzgado y cuestionado de TUS sentimientos, por que lo hacías conmigo, pensé que con ellos sería mas fácil abrirme y no fue así.

Como bisexual, al menos desde mi vivencia, estaba ciega. No encontraba fácilmente literatura extensa, no hay mucha historia con la que pudiera identificarme, no tenía referencias; yo sinceramente pensé que había algo descompuesto en mí, que era incluso una persona enferma, pervertida y que estaba mal lo que sentía cuando descubría mi sexualidad y genitalidad. Sumado al estigma de la confusión está el fetiche: te convierten en el consumo de los hombres; la burla: por closetera o querer experimentar, divertirte o “meterte con lo que sea que se mueva” y la infidelidad: recuerdo que mi ex novio tenia miedo de dejarme sola en una fiesta por que pensaba que iba a ligarme a todes, la tonta creencia de por tener mas “opciones” una va a caer mas “fácil”; grandísima ironía que él fue quien terminó montándome los cachos.

Y bueno, creí innecesario mencionar que una persona te es infiel porqué es infiel y no porqué es bisexual.  Por estos escenarios y más, nada se esclarecía y me cuestionaba de lo que sentía o peor aún de lo que ERA (soy).
Sí, estoy confundida, no sé que me gusta más, no puedo elegir solo a uno de los géneros que existen porque por si fuera poco las personas que consideran al género binario les vuela la mente cuando les digo que no soy pansexual o que es lo mismo desde mi postura. Sigo aprendiendo, leyendo y escarbando pero finalmente hoy a mis 27 años me declaro una mujer bisexuala confundida en esencia, sin usar dicha palabra peyorativamente: la confusión es parte de mi vida, lo ha sido desde que tengo 12-13 años, es tiempo de aceptarla, abrazarla e incluirla como parte de mí.
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*Marcela Flores, psicóloga hundida en el feminismo, en una pelea constante conmigo manifestándose en mis cambios de humor. Defiendo las causas que me apasionan aunque me quede sin aliadxs. Escribir es mi catarsis favorita.

Insta:@marcela_floresr; twitter: @luisamarcel

**La imagen que acompaña este texto es de la artista visual Hannah Minn
Aviso: El texto anterior es parte de las aportaciones de la Comunidad dentro de la convocatoria Somos visibles, donde mujeres lesbianas, bisexuales, transgénero, queer/cuirs, no binarias, de género fluido, intersexuales y pansexuales pueden expresar libremente sus ideas, arte y colaboraciones. La idea es dar libre voz a les lectores en este espacio. Por lo anterior, el equipo de Feminopraxis no edita los textos recibidos y no se hace responsable del contenido-estilo-forma de los mismos. Si tú también quieres colaborar con tus letras, haz clic aquí para obtener más detalles sobre los requisitos.