Por: Melina Sánchez*
Fue el lunes 2 de agosto, en Miraflores, Chaco, Argentina. La provincia está signada por el racismo. Y particularmente en ciertas zonas del territorio indígena, aparecen como estatuídas determinadas formas de la violencia racial que hace unos días llegaron a su punto álgido.
Los hechos
Ana y Cecilia Leiva son dos reconocidas artesanas qom que el día lunes 2 de agosto fueron golpeadas brutalmente por un grupo autodenominado Fuerza criolla, compuesto en ese momento por alrededor de sesenta personas. Fueron mujeres las agresoras directas, pero el círculo que las rodeaba estaba encabezado por varones que las incentivaban a golpear a las dos artesanas. Las fotos de los rostros de Ana y Cecilia dicen todo. Nos cuentan que este grupo las ofende constantemente a ellas, a su familia y a su comunidad, pero nunca había llegado la cuestión a estas instancias. La comunidad puso este hecho y otros tantos anteriores en manos de la justicia. Desde 2012, tras acuerdo con el gobierno de la Provincia de Chaco, esperan que se resuelva la posesión comunitaria del territorio.
Ese es el problema, la posesión territorial. Los qom viven allí desde hace muchas generaciones, desde 1930 aproximadamente. Los criollos llegaron recién en 2010. Si las leyes, convenios y tratados nacionales e internacionales se respetaran, el litigio hubiera finalizado hace tiempo. Por el contrario, desde hace diez años los criollos racistas se vienen instalando progresivamente en territorio de la comunidad qom, cada vez llegan más, y hoy son alrededor de cuatrocientas personas las que usurpan territorio indígena agrupadas en esta organización que se manifiesta públicamente desde sus redes sociales y los documentos que elaboran y eventualmente presentan también ante la “justicia” en contra de los originarios.
Fuerza criolla tiene un logo reconocible en redes, un gaucho de porte más bien “europeo” montado a caballo, portando la bandera argentina, seguido de un niño gaucho en la misma pose, y se reúne territorialmente en torno a la figura de un “presidente barrial”, es decir, eligen representantes. Dicen que los discriminados son ellos por las leyes que “favorecen” a los indígenas, aparecen en los medios locales pidiendo “autonomía” y hablando de “levantamientos del pueblo”. A nivel local, lamentablemente tienen mucha aceptación, y podríamos decir que expresan un pensamiento regional agiornado por largo tiempo que ve como dueños “legítimos” de las tierras a los criollos y blancos.
Encuentran la justificación del racismo en la apropiación de las tierras, anteponiendo casi siempre para ello papeles de compra venta nuevos que ningún valor tienen frente a la posesión ancestral comunitaria y protegida por el derecho internacional de los pueblos originarios.
Dado el litigio judicial que la comunidad qom y Fuerza criolla sostienen desde 2012 no se puede innovar en terreno. Sin embargo, el lunes por la tarde empleados de Seechep- empresa de electrificación rural- intentaban realizar una instalación de luz. Cuando Ana y Cecilia se acercaron para charlar con los empleados, miembros de Fuerza criolla las atacaron por detrás, las golpearon hasta que Cecilia se desmayó y cayó al suelo muy lastimada, y permanecieron allí violentamente hasta que los sobrinos de las artesanas pudieron ir a socorrerlas.
Cuando una de ellas pudo acercarse a la comisaría con sus sobrinos mientras la otra permanecía en cama por los golpes, vieron ingresar a la comisaría a sus agresores. Una vez realizada la denuncia el comisario manifestó que no iba a proceder a la detención de nadie y que esperaría a ver cómo se expedía fiscalía, es decir, se quedó de brazos cruzados. Claudia, sobrina de las artesanas, tuvo que pedir insistentemente copia de la denuncia porque no se la querían dar.
Posteriormente se dirigieron al hospital local, solo le aplicaron un inyectable a Ana. Tuvieron que pedir también con insistencia que vayan a buscar a Cecilia a la comunidad, porque ella no se podía trasladar ni caminando ni en moto. Al escuchar esto, la enfermera que las atendió dijo que “aún seguía el teatro”. Este tipo de expresiones en boca de personal policial y de salud de la localidad, solo suman gestos a la atmósfera racista y antiindígena que se vive en el lugar y en todo Chaco.
Al día siguiente, martes 3 de agosto, Ana y Cecilia viajaron a Castelli, la ciudad más próxima, a unos 45 kilómetros. Allí pudieron hablar con la abogada Carolina Raquel Aquino, radicar la denuncia en fiscalía, y acceder a atención médica adecuada.
La búsqueda de la justicia
Hablamos con Ana Leiva, una las mujeres indígenas golpeadas por el grupo racista, con Claudia Yuni, su sobrina y con su abogada, la doctora Carolina Aquino.
La abogada de pueblos originarios Carolina Aquino, que lleva adelante el caso e interviene a través de JUM –Junta Unida de Misiones, Federación de Iglesias Evangélicas del Río de la Plata-, nos comenta hoy a casi 20 días del hecho:
“…hasta ahora no hay ninguna novedad, porque ni siquiera las llamaron a declarar como imputadas a las personas denunciadas, solamente se hizo la denuncia que ellas hicieron en comisaría, el control por el médico forense, ellas ratificaron y ampliaron la denuncia, ya se le pidió varias veces a la fiscal que llame a declaración de imputados, pero no lo hizo todavía.
Ratificaron la denuncia en sede de la fiscalía. Ellas cuando hacen la denuncia en Miraflores son llevadas al hospital, ahí las revisa un médico del hospital, salud pública donde constata las lesiones. Después son citadas en la fiscalía de Castelli donde ratifican su denuncia y en esa oportunidad son llevadas para revisación con el médico forense del poder judicial.”
La Fiscalía Número 1 de Juan José Castelli, Chaco, a cargo de la Dra. Raquel Maldonado, es la que entiende en la causa. Por el hecho, no hay ningún detenido.”
Antecendentes y presente de algunas mujeres indígenas
Recordemos que días antes en otro distrito de la misma provincia dos policías violaron a una menor también indígena. Pero además replican sucesos que se dan en otras partes del país con otros pueblos indígenas. El 8 de agosto en otra provincia argentina, Chubut, se llamaba a una marcha antimapuche. Los que convocaban eran terratenientes locales, que se dicen en defensa de los parques nacionales, pero que lo que quieren es a las comunidades fuera de su territorio.
Estos hechos no solo contra los pueblos originarios, sino puntualmente contra las mujeres indígenas, no son aislados, sino que dan cuenta de un tipo de violencia que cierto sector de la sociedad chaqueña –y argentina- avala y que además tiende a institucionalizar en manos de la fuerza policial, el personal de salud e inclusive nuevas-viejas fuerzas civiles con prácticas que nos retrotraen a otras épocas.
El racismo, una reflexión pendiente en Argentina.

*Melina Sánchez. Soy una mujer descendiente afroguaraní, y soy militante de la causa de los pueblos originarios desde cuando decir eso en Buenos Aires causaba risa en el auditorio. Hija de una familia migrante del litoral argentino. Nací, crecí y vivo en el conurbano bonaerense. Soy docente de lengua y literatura de adolescentes y adultxs en escuelas secundarias del Gran Buenos Aires.
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