Violeta Parra, un canto por la justicia social.

En 1964, Violeta Parra, una cantante chilena, artista, creadora, compositora y revolucionaria, se establecía en París, Francia, ganando éxito y reconocimiento en el medio intelectual y artístico del momento. Era madre, amante de la vida y sus principales compañías eran su guitarra y una maquina de coser; sus manos no dejaban de tocar, de crear. En su natal Chile Violeta ya contaba con reconocimiento por ser una de las folcloristas mas disidentes y comprometida con las causas de los pueblos latinoamericanos. En Francia, ella escribía una de las canciones críticas al sistema burocrático burgués de su tierra, que bien fue, una radiografía del poder en América Latina, nos referimos a Miren como Sonríen:

Miren cómo se empolvan
Los funcionarios
Para contar las hojas
Del calendario.
Miren cómo gestionan
Los secretarios
Las páginas amables
De cada diario.
Miren cómo sonríen,
Angelicales.
Miren cómo se olvidan
Que son mortales.

Violeta Parra nació en 1917 en una provincia de Chile. Hija de una mujer campesina que después se convirtió en modista y de un profesor de música. Toda la familia Parra destacó por el amor a las artes, la poesía y la música. En tiempos de crisis, la familia migró a la ciudad de Santiago, pero la pequeña no se acomodó en la escuela primaria.

Mejor ni hablar de la escuela;
la odié con todas mis ganas,
del libro hasta la campana,
del lápiz al pizarrón,
del banco hasta el profesor.

Desde los nueve años comenzó a componer canciones que serían parte de una larga trayectoria de lo que se ha llamado en la música, el «Nuevo Folclore  Latinoamericano» y en especifico la Nueva Canción  Chilena. En sus temas recupera la figura del campesino, de la tierra, de las cosmovisiones y dichos populares que van de boca en boca; lo mismo que la protesta de los empleados, de las madres y mujeres que junto a los jóvenes universitarios quieren libertad. Usando una guitarra e instrumentos regionales (arpa y guitarrón), su voz fue el vehículo para protestar en nombre del amor, del desamor, de la injusticia social y el desprecio que los ricos y poderosos políticos hicieron de los pueblos.

El folklore chileno estaba en un estado crítico. […] Y en medio de todo esto, aparece una voz un poco gastada, […] la de Violeta Parra. […] Sobre todo era una voz convincente y expresiva. Y provocó una verdadera revolución en materia de interpretaciones -Gastón Soublette

Yo creo que se quedó en Europa por romper un poco el destino que tienen los latinoamericanos en un mundo tan cerrado como el de París donde se los considera subdesarrollados económica y mentalmente. Ella no fue a Paris como los señoritos del siglo diecinueve a aprender la última moda, no, ella fue a imponer la canción chilena; ese era su desafío. -José María Palacios

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Arpillera titulada Árbol de la Vida, expuesta en el Museo de Louvre, Francia, dentro de la colección Tapices de Violeta Parra, y que hoy se conserva en el Museo Violeta Parra, Chile.

Fue en París donde hizo sus composiciones musicales más combativas. De la misma forma su cerámica y sus bordados de arpilleras reflejan la preocupación de una mujer en el exilio que hace memoria de su pueblo, de la cosmovisión cambiante, de sus personajes míticos y los animales de tierras imaginadas.

 

 

 

Viví clandestinamente
con tres chilenos gentiles,
lavándoles calcetines
cuatro días justamente;
de noche pacientemente
voy de bolich’en boliche
para pegar el afiche
del nombre de mi país;
me abre su puerta París
como una mina’e caliche.

Después de un largo exilio, Violeta Parra regresa a Chile e instala la carpa de La Reina, un proyecto de Centro de Arte Popular en el que pretendía se escucharan, según el Pastor Aucapan de El Siglo,  las canciones desconocidas, las que brotan de las mujeres campesinas, las quejas y las alegrías de los mineros, las danzas y la poesía de los isleños de Chiloé. Sin embargo, la carpa fracasó, no asistía la gente, y Violeta Parra se consumía en desesperación de ver aquel proyecto hundirse. Por esa época ocurrió uno de los primeros intentos de suicido de la Violeta. con el tempo, logró sacar adelante la carpa con ayuda de Héctor Pavez (El Negro Pavez) y posteriormente con la ayuda de Alberto Zapican.

Tras su ruptura con Gilbert Fabré y la lucha eterna con el sistema que la mantenía a ella y al pueblo chileno en la pobreza, Zapican señala que «empezó a flaquear… se empezó a desgastar… a perder la energía». Los ataques depresivos de Violeta Parra comenzaron a ser más frecuentes.

Violeta Parra estaba determinada a «mandar la muerte», no que la muerte llegara a ella. Dice Alberto Zapican que le llegaban a esconder todo,

los cuchillos, las gilletes, las tijeras. El matrimonio de cuidadores quye viviía en la carpa permanentemente estaban vigilando para que eb un momento de arrebato no fuera a tomar algo. Un revólver que dos meses antes había traído ella de Bolivia, lo tenía ese matrimono en su pieza, y allí a ella no se la dejaba entrar.

Violeta Parra se suicidó el 5 de feberero de 1967. Su último disco lo nombró Últimas Composiciones. Actualmente, Violeta Parra sigue siendo, y será, una de las voces más importantes de la música latinoamericana de protesta.  El día de ayer se le recordó en numerosos espacios, y hoy compartimos con ustedes un poco sobre ella.

Aquí se pueden escuchar las Últimas Composiciones de Violeta Parra.

Durante todo el día de ayer se velaron los restos de Violeta Parra. En el parque La Quintrala de La Reina se reunieron cientos de personas para ofrendar su silencioso dolor por la folklorista desaparecida. La carpa, antes de llena de canciones de pueblo, estaba ahora enlutada. […] Las lágrimas de los concurrentesm la solidaridad, el dolor, llenaban el lugar […] El Siglo, martes 7 de febrero, 1967.


Todas las citas de este artículo fueron rescatadas del libro Gracias a la vida. Violeta Parra, testimonio de Bernardo Subercaseaux y Jaime Londoño. Editorial Galerna, 1976