Desgenitalizando la sexualidad

Por Jazmín Libertad*

Que la cacha aquí, que el culear acá, que te follaste un weón, y así un sin fin de expresiones que retratan la sexualidad chilena, donde el coito ha sido normalizado como la única expresión del placer.

Vivimos inmersxs en una cultura del mete y saca, de mirar el sexo como un caballo con anteojeras que sigue la ruta del falo, y tomamos como utopía capitalista la promoción de orgasmos carentes de autonomía.

¿ Y qué pasa con el resto del cuerpo? ¿con la piel, la nariz, el gusto? Ni siquiera el sentido de la vista se salva, eso que es lo que «más usamos». «Todo entra por los ojos » -dicen- claro, entra pura norma, capitalismo, patriarcado. Ojos y genitales configurados hacia un porno que promueve estándares de lo que el placer debe ser, el consumo de goces prefabricados que cercenan cualquier atisbo creativo.

Me gusta más la idea de devorarte como lo hago con una flor en el camino, olerte, mirarte, tocarte e incluso pulverizarte hasta hacerte té de jazmín, beberte y dormir a tu lado. O dejarte ahí, y seguir el paseo a través de ríos de cuerpxs.

Me gustan los genitales que pueden usarse de adorno, que a veces no se erectan, o que sí, aquellos inexistentes, pero palpables como mi falo fantasma que de vez en cuando materializo con un strap on. Me gustan los penes cuando a veces no quieren entrar en ningún lado, o las vaginas que no necesitan recibir la visita de ningún falo para estar conscientes de que el placer está en el aire; en el simple ejercicio de abrir las piernas en medio del campo, sin calzones y exhibiendo el choro al cielo: la brisa tiene una interesante manera de masturbar.

Desgenitalicemos el placer, o mejor, reinventemos la manera de gozarlo, no porque sea malo, sino porque el cliché del mete y saca se ha vuelto jaula.

También prescindamos del género, o mejor, abortémoslo. Acabemos con las etiquetas que se encargan de reglamentar el placer hasta volverlo aburrido. Ejerzamos el deseo desde la anarquía, manifestándolo en cada poro de la piel. .

Quiero aprender a besarte con los ojos, tocarnos a palabras, masturbarme los oídos con tu discurso político. Que la cacha deje su pedestal de diva, podemos ejercerla de múltiples formas, pero que no sea el espectáculo central, pues ese lugar es tuyo, es mío, de nosotros 2 o 3, no de una práctica cultural preestablecida que se las da de rostro del goce.


*Jazmín Libertad. Periodista titulada de la Universidad de Chile. Áreas de interés sexualidad y afectividad.

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