Esta semana me di cuenta, por mi trabajo, que las mujeres no tenemos espacios donde realmente podamos tener la ayuda que queremos y que necesitamos cuando vivimos algún tipo de violencia machista. Después de intentar digerir eso la noticia de Daniela viene a darme otra bofetada de la realidad que muchas han vivido, otras están viviendo y a algunas les tocará vivir. Me llena de profunda tristeza y me abruma todo el trabajo que nos resta.
Lo más impactante de la notica es el hecho de que ella sí pidió ayuda en el momento, lo expresó y fue claro como el agua que tenía miedo, pero un incompetente decidió ignorarlo y minimizar el pedido de ayuda. No, realmente no me cabe en la cabeza como le fue posible llegar a su casa, dormir tranquilo y callar (hasta que la familia preguntó) lo que había sucedido, eso te hace complice «amigo» de lo que le sucedió a Daniela y de verdad espero que de todas las formas posibles tu contexto te lo inserte en la cabeza y sientas el peso de esa responsabilidad, de dejar que fuera secuestrada y fuera víctima de un feminicidio.
Y es que los hombres asumen esas posiciones bastante cómodas en torno a la violencia hacia las mujeres, desde su privilegio, observan las medidas que tomamos para tratar con ellos en la selva que es el mundo y las asumen como exageradas, carentes de sentido o innecesarias. Les falta empatía, carecen de autocrítica y principalmente ignoran el impacto de sus actos hacia nosotras. Amigos como el tipo al que Daniela le pidió ayuda sobran en nuestros contextos, los tenemos bastante presentes en la casa, en la escuela, en el trabajo, en la calle, en ese círculo de amistades e incluso puede ser nuestra pareja.
Son esos hombres que se incomodan con el feminismo, que no les parece la forma en que decidimos sobre nuestros cuerpos, los que te cobran 37 pesos por una cita que no salió como querían, por su puesto que son quienes nos golpean pero también son quienes piden perdón con un ramo de flores prometiendo que van a cambiar, son aquellos que toleran o emiten las bromas de violación, los que en un grupo de whats se mandan o reciben sin decir nada nudes de mujeres que ni idea tienen que sus fotos andan circulando, son a los que se les caen sus genitales cuando hacen tareas del hogar, aquellos que ejercen paternidades ausentes, los que te presionan en público con chocolates para que seas la novia… así es, son todos podrán ser algunos menos que otros, pero todos ejercen acciones machistas que nos atraviesan y afectan.
Y ya no basta con decir «hay que aprender de feminismo compañeros», a estas alturas en la que millones de mujeres pierden sus vidas a nivel mundial, es necesario que empiecen a practicar nuevas masculinidades, esas no violentas ni basadas en el poder, es evidente que necesitan dejar los privilegios para que nosotras empecemos a ejercer nuestros derechos. Mientras no se cuestionen esto nuestra seguridad será primero.
Tener medidas de protección sin que los hombres las conozcan es primordial en nuestros días. Sí podemos tener espacios mixtos en el activismo, pero parece que cuando ya se trata de nuestra seguridad en lo público y en lo privado, ellos ya perdieron la consideración de tenerles en cuenta. Formemos redes amplias de mujeres y desde ahí construyámos las medidas de seguridad, por y para nosotras. Dejemos de ver las acciones separatistas como violentas, con estas situaciones nos demuestran que son más que necesarias, nosotras somos las que estamos siendo asesinadas mientras ellos lloran por no ser incluídos.
Que arda todo hasta que podamos vivir tranquilas.
*ilustración es de @elvirailustra.