Por: Bianca Pérez*
Pandemias, biopoder, el covid19 y la resistencia al virus
Susan Sontag describió en sus libros La enfermedad y sus metáforas y El sida y sus metáforas, como en la enfermedad se asocian características e imaginarios sociales que son encarnados tanto por quiénes las padecen como en la forma en que se reacciona a ellas.
Escribe cómo se vinculó a las personas que viven con cáncer a la represión, la tuberculosis a la frustración y el sida a los rechazados. En estas dos últimas además se habla de epidemias generadas espontáneamente por algo sucio. Así que en este contexto de covid19 considero que es importante escribir sobre esta pandemia en relación a la percepción del fracaso y lo que no sirve, en dónde la idea de lo limpio y lo sucio sigue representando una lucha de clases en la era del individualismo.
Desde que inició la epidemia por covid19 se ha hablado de la vulnerabilidad de lxs adultxs mayores como las víctimas mortales de este virus, este hecho me puso a pensar en que quizá no es casualidad que las personas de más edad estorben a los intereses en este nuevo paradigma digital al que resultan ajenos.
Parece que de alguna forma están encarnando el concepto sociológico de histéresis, que se define cómo:
“gigantesco desfase que puede existir y de hecho existe en condiciones espacio temporales determinadas entre ciertos tipos de cambios históricos y el sentido común, asegurado en mentalidades resistentes al cambio… Cuando menos se comprende de manera cabal lo que macrosocial y macroeconómicamente sucede, más se expresa microsocialmente ese sentimiento nostálgico y esa voluntad de fuga de los ámbitos de lo social”. (Baeza, 1999, p. 82).
Quizá ese mensaje aparentemente sutil pero contundente de ser sujetxs que ya no producen, que cuestan dinero con sus pensiones y que no saben comprar de manera digital se expresa con enfermedad y muerte.
De modo que estorban al biopoder al no ser aptos para las prácticas que desean imponer en nombre de una nueva fase del neoliberalismo, ante el fin de la era del petróleo y la especulación basada en esa materia prima.
Frente a esa necesidad apremiante de basar completamente sus finanzas en los medios digitales se anticiparon estableciendo el panóptico en las redes, estudiando comportamientos para vender y obligar a comprar de forma virtual.
Para ese biopoder, la pandemia nos obliga a dejar de movernos en medios de transporte que dependen de combustibles fósiles, y con ello promueven nuestra adaptación a los medios digitales que favorecen otras formas de explotación, como la minería que sigue fracturando nuestros suelos.
De esta forma, el biopoder actuó al viejo estilo de Maquiavelo, tirando varios pájaros de un tiro: matando ancianxs, vulnerando más a lxs pobres y presionando a los Estados para crear políticas de emergencia que sigan beneficiando a los que más tienen, condonando impuestos a empresarios, promoviendo el uso de créditos bancarios y dando más poder al modelo biomédico, que cumple con la doble función de definir la salud y disciplinar a los cuerpos.
El modelo biomédico siempre ha apuntado a la moralidad y el control basado en la idea hegemónica de normalidad, de lo que es digno de vivir y lo que no lo es, lo que debe rechazarse hasta ese extremo de aislamiento social y consecuente muerte.
Nota editorial: este es la primera entrega de cuatro textos que llevan por título Manos sucias, escritos por Bianca Pérez, y que por otros tres miércoles vamos a ir compartiendo en Feminopraxis.

**El collage que acompaña el texto es de la misma autora.
Aviso: El texto anterior es parte de las aportaciones de la Comunidad, bajo el tema Viviendo la pandemia: crónicas feministas en primera persona. La idea es dar libre voz a lxs lectorxs en este espacio. Por lo anterior, el equipo de Feminopraxis no edita los textos recibidos y no se hace responsable del contenido-estilo-forma de los mismos. Si tú también quieres colaborar con tus letras, haz clic aquí para obtener más detalles sobre los requisitos.