El corazón no es rojo, es de colores.

*Por Monserrath Nava

Este texto lo escribo desde mi propia experiencia cuestionando los estereotipos de una “buena” y “feliz” relación amorosa con el sexo opuesto, es decir, pretendo hacer una crítica y análisis del aspecto cultural que contiene la idea del amor romántico y heteronormado que ha regulado la forma en la que nos “podemos” vincular con otra persona y cómo el consumo de bienes fomenta, normaliza y cosifica el amor. Por otra parte, abordaré este tema desde mi posición social como mujer y mi experiencia conviviendo con este conjunto de reglas “invisibles” que determinan cómo las mujeres percibimos la idea del amor y a quien deseamos, agregando a lo anterior que parece requisito el alejarnos de sentirnos, conocernos y amarnos a nosotras mismas más que a lxs otrxs, cuando socialmente se “mide” qué tanto amamos a una persona. 


Uno de los símbolos del amor romántico más conocidos es la figura de un corazón de color rojo, el titulo del texto vino a mi mente dada la importancia de los símbolos dentro de la cultura, que nos permiten reconocer y entender un significado generalmente, compartido. ¿Cuántas veces hemos visto artículos como almohadas, chocolates, tazas, libros, etc., con dicha imagen? Vale decir, que-+-+- por este símbolo se entiende y se piensa en el amor romántico entre un hombre y una mujer; el color que lo caracteriza, para muchas culturas, representa “pasión” y “amor” conceptos ligados a la idea de lo que está presente en una relación erótico-afectiva, pero ¿Qué tipo de vínculo viene a nuestra mente cuando hablamos de ese símbolo? Sin duda heterosexual y pretendo con este ideal de un corazón de colores, que ese símbolo rememore el amor que podemos sentir hacia una persona y no hacia un sexo/género. 

“Las amistades entre personas del mismo sexo, por ejemplo, pueden concebirse como pasiones homosexuales o como manifestaciones de apego espiritual, según la gama de interpretaciones autorizadas. Es más, el contexto normativo determina la definición de las emociones.” (Illouz, 2009, pág. 21)

La idea del amor romántico comienza en el siglo XIX cuando el romanticismo comienza a tener un nexo con el amor y el matrimonio como su institución pilar, que contiene a su vez, normas como la monogamia (con el ideal de la propiedad, en donde la mujer es por y para el hombre, esto es, es vista como parte de las propiedades de su marido y por lo tanto es exclusiva sexual  y emocionalmente, para él) y la idea de durabilidad e incondicionalidad (nuevamente características mas del sexo femenino) que conformaban la idea del amor – claramente proveniente -, de la secularización del amor, donde se apropian de las interpretaciones de la religión católica (sobre todo) y se ponen en el plano de lo amoroso, en esta misma línea “El amor romántico no es racional sino irracional, no es lucrativo sino gratuito, no es utilitario sino orgánico, y no es publico sino privado.” (Illouz, 2009, pág. 19)

¿Qué es lo que hay puesto de nosotrxs en esta idea? Las emociones son el origen donde aquello que no es cultural se codifica en la cultura, donde el cuerpo, la cognición y la cultura coinciden y se fusionan. Dicho de otra manera, si analizamos bajo este supuesto, el amor puede ser (y de hecho es) entendido y expresado de diversas formas dentro de las cuales puede estar la heterosexualidad, o no. Para el caso, pondré como ejemplo la alegría, que a pesar de tener componentes fisiológicos “universales”, hay una diversidad de causas y formas de expresarla. En el caso del amor romántico, esta diversidad de experiencias individuales se homogeneiza, con la  romantización de los bienes de consumo que nos hablan del amor (heteronormado) como articulo para comprar, incluso en espacios públicos existe un espacio heterosocial (Kathy Peiss, 1986) donde las actividades como el cine, los salones de baile, etc., son espacios de romance heterosexual y vemos muy pocos artículos y espacios de amor que podamos consumir fuera de esta norma incluso en soledad, pareciera que los espacios están hechos para parejas, lo que hace que el individuo internalice la necesidad de buscar pareja y normalice que tenga que ser del sexo opuesto, debido a la necesidad de pertenencia al grupo y la presión social. 

Los estereotipos de genero definen en gran medida la construcción y la interpretación de las emociones. Las mujeres estamos educadas para cuidar de las demás personas (padres, hijxs, pareja, amigxs) y cuando dejamos de cuidarnos a nosotras mismas, nuestros intereses se ven comprometidos y nuestras emociones, reprimidas; si nuestra atención está puesta en los hombres, se anula la posibilidad de ver nuestras propias inclinaciones que bien podrían ser, una persona de sexo y/o género distinto. 

En pocos lugares podemos consumir amor entre mujeres (hablando desde mi experiencia y refiriéndome a historias en libros, telenovelas, música, etc.) erótico y/o afectivo porque no es una idea de amor que venda en el grueso de la población, en cambio podemos ver cómo en la industria de la pornografía es una idea bastante lucrativa, ¿por qué? Porque las mujeres solo pueden amarse, desearse y vincularse cuando esto sirva para generar ganancia a través del consumo de una sexualidad hecha por y para hombres; la idea de lo romántico es una cena con velas y media luz donde personas del sexo opuesto son los protagonistas ¿podríamos vincularnos con un sexo/genero diferente en una situación cotidiana y considerarlo romántico? Resulta sugestivo analizar estos simbolismos y los “requisitos” para que se considere romántico ¿en cuántos hemos caído? 

Finalmente, me quedo con la idea de que el amor ha sido cosificado para que sea redituable económicamente para el sistema patriarcal y capitalista y en ese propósito, ha creado un conjunto de normas, estereotipos, objetos de consumo, y espacios que sirvan a dicho propósito, de modo que es muy importante ser consciente de este aspecto inventivo del capitalismo para conformar la cultura en la que estamos inmersxs, y no confundir y mucho menos limitar, nuestros deseos e ideales del amor y nuestras relaciones con lxs otrxs; cada persona tiene la posibilidad y el derecho de elegir como y con quien quiere vivir qué. Este aspecto cultural – y por lo tanto variable -, nos da la herramienta para pensar en esta posibilidad de metamorfosis en las creencias que tenemos sobre el amor y con quien podemos formar esa relación. Liberarnos de ese modelo ajustado nos brindaría la posibilidad de apropiarnos una gama de matices para amar y ser amados, que nos satisfagan más y mejor, en virtud de poder entablar un vinculo con personas agradables para nostrxs sin importar su sexo/genero, además el evaluar la repercusión de los mensajes familiares, culturales, religiosos, de los medios de comunicación y de la sociedad en los pensamientos, sentimientos, valores y comportamientos personales relacionados con la sexualidad, son parte de los comportamientos de vida de una persona adulta sexualmente sana (Promoción de la Salud Sexual. Recomendaciones para la acción. Organización panamericana de la salud, Organización Mundial de la Salud).

Quiero terminar con una frase que ha representado mucho de lo que yo pienso a partir de los doce años cuando me sentí mucho más en sintonía con mujeres que con el sexo, que se supone, debía atraerme más y que cambio mi visión sobre mi libertad de elegir a personas y no sexos o identidades de genero “En sí, la homosexualidad esta tan limitada como la heterosexualidad, lo ideal seria ser capaz de amar a una mujer o a un hombre, a cualquier ser humano, sin sentir miedo, inhibición u obligación.” Simone de Beauvoir 

Trabajos citados

Illouz, E. (2009). La construcción de la utopía romántica . Buenos Aires: Katz Editores .

Monserrath, (Edo de México, 1995)


Monserrath, (Edo de México, 1995)

Socióloga feminista y administradora en recursos humanos en constante formación a través de cursos, talleres, círculos de mujeres y círculos de lectura feministas; interesada por hacer un cambio en mi misma y de este modo, generar un cambio en la sociedad. 
Recuerdo que mi madre me decía “tú tienes que estudiar y no depender de ningún hombre… tienes que ser exitosa en todo lo que hagas” y en ese sentido me empoderó y encamino a una forma de vida, de resistencia y de lucha que es el feminismo, el cual he ido descubriendo con el paso de los años, enamorándome más. Ahora también como madre, comprometida con hacer el cambio en las futuras generaciones. 
Me encanta adquirir conocimiento, amo la lectura, la naturaleza y la cerveza. Instagram: @nava_monserrath

** Los derechos de la ilustración que acompañan el texto son de Erzebet S.