*Por Monserrath
Al comienzo de este escrito mis pensamientos giraban en torno a la pregunta, ¿Mis decisiones han estado condicionadas por una creencia de lo que “debo” ser? y en mi cotidianeidad me cuestiono ¿asocio el ser mujer con el padecer o sufrir?, Seguramente para muchas personas la respuesta es obvia, ¡claro que sí! todos y todas somos un constructo y nos rodea una estructura social y una cultura que nos determina de acuerdo con la posición en la que estemos dentro de la misma, ahora bien, si partimos de esta premisa, se infiere que la idea del sufrimiento que acompaña a la condición de ser mujer es parte de la cultura ¿cierto?, a la mayoría de las mujeres nos han construido como seres sufrientes y esto determina las decisiones que tomamos respecto de múltiples situaciones que vivimos en la vida cotidiana y que pueden determinar nuestra vida a largo plazo; desde las decisiones sobre nuestro cuerpo hasta decisiones laborales y, por esta razón, es importante reflexionar y hacer consciencia acerca de cómo esto afecta nuestras vidas e influye cuando debemos salir de situaciones que nos son desagradables, entendiendo por este concepto “disgusto o descontento” (Real Academia Española, 2014) y/o sufrimiento, entendiendo en primer lugar “padecimiento, dolor, pena” (Real Academia Española, 2014) y, en segundo lugar, “paciencia, conformidad, tolerancia con que se sufre algo” (Real Academia Española, 2014) que es exactamente la definición que valida la realidad de la que haremos mención adelante.
Se puede constatar que, en la realidad, nosotras vivimos un mayor número de situaciones desagradables por periodos de tiempo más amplios respecto a los hombres; basta con conocer y escuchar las experiencias de otras mujeres que nos rodean. Se ha normalizado en nuestra vida el aguantar, en relación con el cuerpo un ejemplo, puede ser el parto y la menstruación, (al menos yo, no hace mucho tiempo) pensaba que parir y menstruar eran igual a padecer un dolor sin lugar a opciones, ahora sé que el dolor en la menstruación no es normal, (en ciertos grados) que muchas mujeres aguantan pensando que es parte del menstruar y, que tal dolor afecta su vida cotidiana dejándolas en cama durante el tiempo que dure su periodo. El parto es otra esfera corporal afectada por la idea de “dolor y sufrimiento” que vemos en las películas, en las telenovelas y, que reflejan descripciones terribles de cómo es parir; aquí una referencia clara del porvenir de esta idea generalizada “Y Dios dijo a la mujer: <<Yo multiplicare tus afanes y tu gravidez. Parirás a los hijos con dolor. Estarás sujeta al poder del varón y él te dominará>>.” Génesis. (Mizrahi, 2003), esta es una de las razones por las que hemos crecido, generación tras generación, pensando en este dolor corporal como parte del ser mujer y vale la pena mencionar (para dimensionar la magnitud del alcance) que es la religión católica, la que cuenta con más fieles en el mundo y es la única que interviene directamente en el concierto de las naciones de la ONU y les permite asistir y opinar en las sesiones de trabajo de las Naciones Unidas. (Lamas, 2012, pág. 46)
El hombre y la relación erótico-afectiva como eje de la vida de las mujeres, también está presente en la anterior cita; la mujer que cuida, que sacrifica, que sostiene al hombre e incluso que con su amor lo cambia, son características propias de la mujer en el amor romántico, ¿Por qué si soy capaz de con mi amor, cambiarlo, voy a dejar la relación?, deseo trabajar, o estudiar o salir a divertirme, pero ¿Quién va a cuidar a mis hijos?, ¿Qué va a decir mi pareja?. Por este motivo dejar una relación cuando nos causa sufrimiento físico y/o emocional, se vuelve complicado en un horizonte donde se encuentra desdibujado qué lugar ocupamos respecto a los otros a partir de ideas como esta:
Durante la infancia una hembra debe ser sometida a su padre, en la juventud a su marido y cuando su señor ha muerto a los hijos. Una mujer no debe ser jamás independiente. Por cuanto un marido pueda ser lejano de cualquier virtud o libertino privado de buenas cualidades, una esposa fiel debe constantemente adorarlo como a un dios. Leyes de Manú. (Mizrahi, 2003, pág. 29)
Esto ha dado como resultado que las mujeres sean las que abandonen su desarrollo profesional por la crianza de los hijos (Las madres en cifras, 2018); que no denuncien cuando son víctimas de actos de violencia, que no salgan de relaciones de abuso antes de que se llegue a ese punto, que soporten estar en relaciones donde el hombre padece de alcoholismo y/o drogadicción, mujeres que no vuelven a tener una pareja sentimental y mucho menos sexual por lo que piensen sus hijos una vez que el padre ha muerto o se han separado y esto puede desencadenar un círculo de emociones como tristeza, ansiedad, disgusto, enojo e incluso pueden afectar la autoestima de una mujer “la autoestima depende de que la mujer satisfaga las normas impuestas desde lo familiar, lo social o lo religioso.” (Guerrero, pág. 93)
Con base en lo anterior, es importante tomar en consideración este conjunto de creencias cuando se asiste o se convive con mujeres víctimas de violencia, porque he escuchado que la gente pregunta, pero ¿por qué aguantaste tanto? O tú que eres mujer con estudios ¿Cómo permaneces ahí? Y, en otros casos, contribuyendo a su normalización con comentarios como “algo debiste hacer para que se pusiera así” “seguramente no lo complacías como debías y por eso te engaño” “seguramente no lo apoyaste como debías y por eso volvió a tomar” Pensando que estas situaciones, producto de las creencias, nos atraviesan como resultado del nivel de estudios, el nivel socioeconómico o de nuestra propia personalidad invisibilizando que es una problemática cultural y estructural que condiciona la vida de las mujeres y las decisiones que tomaran a lo largo de su vida.
El título de este escrito pretende incitar a una reflexión acerca de cómo nos sentimos y nos hacen sentir los demás, respecto a nuestra propia felicidad, haciéndonos sentir la obligación de responder a preguntas normalizadas como “¿Por qué estás contenta si estás trabajando y no con tu hijx?, ¿Por qué estás feliz si acabas de terminar tu relación?, ¿Cómo estás tranquila si has permanecido dos años soltera? Y me gustaría que nos hiciéramos la pregunta ¿Por qué no? ¿Por qué no puedo ser feliz cuidándome yo, procurándome, dándome gusto, poniéndome como prioridad o con mi soledad? Estoy segura de que hay mujeres que han logrado salir de esta estructura social y, también lo estoy, de que es un trabajo arduo consigo misma y una lucha diaria con lo que nos rodea.
Quiero cerrar con una cita de Clarissa Pinkola, poeta y psicoanalista, que define mejor que mil palabras lo que sígnica normalizar, aceptar y vivir bajo la idea de mujer=sufrimiento
“Si cumples con lo que otros quieren de ti, mujer, te exilias de ti misma.”
Referencias
Guerrero, J. (s.f.). ¿Es posible ser mujer sin identificarse con el sufrimiento? . Obtenido de Institucional.us.es: http://institucional.us.es/revistas/warmi/9/8.pdf
Lamas, M. (2012). Revista de El Colegio de San Luis, II (3). Obtenido de Mujeres, aborto e Iglesia católica: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=4262/426239575003
Las madres en cifras. (10 de 05 de 2018). Obtenido de Instituto Nacional de las Mujeres: https://www.gob.mx/inmujeres/articulos/las-madres-en-cifras
Mizrahi, L. (2003). Las mujeres y la culpa. Herederas de una moral inquisidora. . Buenos Aires, Argentina. : Grupo Editor Latinoamericano S.R.L.
Real Academia Española. (10 de 2014). Obtenido de Diccionario de la lengua española: https://dle.rae.es/desagrado
Real Academia Española, 23.ª edición . (10 de 2014). Obtenido de Diccionario de la lengua española: https://dle.rae.es/sufrimientoDe cómo el sufrimiento determina nuestras vidas como mujeres
Ilustración: Xuan-loc-xuan ©