*Por Montse Aparicio
Con agua salada
Bondad y felicidad con los pies descalzos. Creo que no se ha lavado el pelo en tres días, se mete al mar y dice que el agua salada lo cura todo, que es sanadora como las lágrimas.
Qué valentía. No ha sido fácil el camino hasta aquí. ¿A cuántas cosas le ha dicho adiós? Y casi todas sin que ella quisiera.
La conocí hace muchos años, cuando sonreía sin parar y se quejaba de lo que no creía justo. Cuando era menos cococha y un terremoto. Porque ahora tiene el pelo alborotado y salvaje como su alma.
Pero luego algo le pasó. «Un chico…» decían. Pero era algo más. Algo profundo que compartía con muchas otras que terminarían siendo compañeras.
La veías perdida, vagabueando intentando salvarse apegándose a imposibles ilusorios. Mientras la empequeñecían, la torturaban, o como queráis llamarle al maltrato. Y perdió la sonrisa mientras se iba escondiendo en su caparazón, lleno de capas para que nadie entrara.
Pero entraron. Otra chica y esa forma de pensar que la empoderaba tanto… de repente la cuerpa tuvo sacudidas de amor y sanación. De amor, porque vio que no era tan pequeña como para no ser digna de cariño. Y de lucha, porque la primera ficha de dominó cayó. Porque ella, que solía luchar y escribir para cambiar un poco el mundo, no se había puesto las gafas violetas… sino que sus pupilas cambiaron y ya nunca más volvió a ser la misma. Se iba curando.
Esa morocha empezó a recorrer un camino de autoconocimiento, autoaceptación, sanación. Un desaprendizaje que la llevó poco a poco a una reEvolución interior.
No fue fácil ni bonito y el amor se alejó otra vez. Y se dio cuenta que las compañeras con pupilas lilas no eran todas iguales. Que cada una tenía sus pasados y sus historias, sus proyecciones y decisiones. Que el color violeta unía, pero no todas lo entendían igual. Y cuando creyó amar y estaba dispuesta a desaprender a favor de la libertad, reconoció el narcicismo del chico, pero no había chico. ¿Qué estaba mal?
La gama de grises violetas afloraba. ¿Qué lucha es la válida? ¿A quién le queda mejor el violeta? Este color es para aprender y estar en un continuo cambio, en mejorar a diario, en ser el cambio que quieres ver en el mundo.
Ahora viaja sola, dice que se fue para encontrarse. Para poder desapegarse. Y creo que es el viaje más importante que ha hecho desde que la conozco. No porque esté a 8000km, sino porque ha encontrado su eje; ha viajado en espiral dentro suya para hablarse y perdonarse. Con las pupilas lilas. Porque lo importante es tenerlas. Y ser consecuente.
Esa chica cococha, morocha de piel salada. La que vuelve a sonreír y a dejarse llevar por su locura… la amo muchísimo, desde que nací. Que fue cuando la conocí.
*Montse Aparicio (Reus- Catalunya, 1988). Escribe y viaja. Le encanta hacer preguntas, quizás por eso estudió periodismo. Firme creyente de que el capitalismo te hace creer que eres lo que trabajas y el patriarcado que eres lo que follas. Polifacética; masajista, cocinera, comunicadora, escritora… y persona. Enamorada de la radio y los libros. Su premisa es ser el cambio que se quiere ver en el mundo. Feminista. Vegana.
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[La imagen de cabecera pertenece a Noemí Villamuza]
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No dejo de llorar! Me ha conmovido tanto este poema. Es la historia de miles de nosotras; es mi propia historia, tú historia. Gracias por este gran regalo para iniciar el año.
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