La sociedad actual puede resultar muy cruel, vivimos en un mundo en el que lo importante es escalar y, por ende, pisotear algunas personas en el camino. Queda claro que bajo este modo de relacionarnos se tienen que crear alternativas que generen un cambio de raíz, al respecto, el feminismo podría ser una de ellas. Como alternativa a la fraternidad, la sororidad es solidaridad única entre mujeres, misma que ayuda a su empoderamiento, a la eliminación de las violencias, a la confianza propia y de otras, al reconocimiento y al apoyo entre nosotras.
Como mujer y como feminista he descubierto que el camino para la sororidad es turbulento, se necesita una constante autocrítica y mucha pero mucha práctica, pues desde el «tijereo» hasta el minimizar el pensamiento o la totalidad de la persona son cosas que desde niñas aprendemos de esta cultura tan misógina y capitalista. Para los grupos que están en el poder es importante que como disidentes no generemos alianzas ni confiemos entre nosotrxs, para el patriarcado es necesario que no confiemos entre nosotras ni en nosotras, con esto convivir contigo puede volverse tu propia limitante pues están los comentarios a nuestro cuerpo o a nuestras emociones, por decir algunos, que impiden florecer en un amor propio de la misma forma la pelea entre mujeres puede ser dura.
He pertenecido a varios espacios feministas y gracias a ello he descubierto que una de las carencias que en varias ocasiones tenemos es esa nula capacidad de autocrítica, misma que puede dar pie a convertirnos en enemigas unas de otras: ya sea porque unas son mayores que otras, porque unas saben más de x tema, por destacar en ciertos aspectos, por adquirir jerarquías dentro de lo institucional o por el hecho de que algunas experimentan cosas que se quisieran vivir. Estos han sido motivos por los cuales más que celebrar el empoderamiento entre mujeres se vuelve un motivo de ataque personal, un ataque que pertenece a la estructura machista que es la base de la competencia entre mujeres.
La falta de consciencia de que si una supera ciertas barreras impuestas por el patriarcado y su sociedad, impiden que se viva la alegría de que estamos ganando contra este sistema. En varias ocasiones he conversado que quienes tienen las reglas del juego están ganando porque su meta es fija y se unen para crearla y mantenerla; algunas feministas no han entendido eso y empiezan marchitándose para luego envenenar los espacios que tendrían que ser de sororidad y empoderamiento. ¿De verdad somos hermanas? En serio se espera que se crea que en un colectivo feminista el decir «yo sé más que tú, hazlo», «¿ya ves cómo eres? yo tengo la razón» o que el crecimiento sea sólo de unas pocas va a crear un cambio en esta cultura.
Si repetimos lo que las telenovelas no han enseñado por default nos estamos jodiendo unas a otras. El mundo es nuestro ¿por qué desperdiciar la oportunidad de tomarlo por tonterías?, ¿Por qué cuesta tanto de verdad vivir sororalmente? y ¿Qué miedo se tiene que impide practicar la sororidad? Vamos mujeres, sabemos que no somos perfectas pero creo que parte de lo que el feminismo enseña es que no tendríamos que buscar esa perfección pues todas somos valiosas con nuestras diferencias y similitudes. ¿Qué nos cuesta convivir sanamente? Entiendo que no seremos mejores amigas pues no podemos agradar a todo el mundo pero tampoco se trata de destruirnos directa o indirectamente.
Con lo anterior quiero dejar claro que asumo que no soy la más sororal del mundo pero me esfuerzo, intento analizarme y modificar lo que noto que no simpatiza con esto. Sabiendo que todas y todos tenemos nuestro tiempo y modo de proceder te pregunto a ti, esta mujer que lees mis palabras, ¿qué estás haciendo tú para acabar con la competencia entre mujeres? o ¿qué podrías modificar a partir de hoy para ser sororal? Por lo pronto creo que les puedo compartir que despedirse de esa parte machista que tenemos puede ser un buen inicio.