Raíces

Por Perla Zamora*

Somos raíces rotas, sumergidas en la muerte de la palabra. Somos la asfixia y el ahogo. La decapitación de la noble cuna, que reposa en los rostros del silencio, en la sombra del grito…de la locura, del juicio que soporta los pesados vientos de vidas aletargadas. Somos lo femenino, pero también lo otro, el género etéreo, la noble labor de la fuerza; el rostro de quien insurgente se revela a su verdugo.

Somos, la cotidianeidad calada en la violencia, subyacente y terrorífica sinergia, propagada en la palabra, en el acto, desde el pensamiento, en la creación: a la imagen y semejanza. Mujeres: huellas de labios en el café, velo de hálito cálido…perfume recóndito que habita en las palmas de caminos ocultos. Trazos, siempre atestados de malabarismo. Nos soportamos siendo cuerpo, creación propia, desde el otro, siempre sola en la carne. Nos tejemos confusas, de máscaras, de ideales, perfección obligada y cambiante: ruleta incisiva que se adhiere a las tripas, y florea podredumbre en olores de jergas, de sexos indistintos. La violencia nos abraza. La ceñimos, la observamos, la trasladamos, la soportamos, la vivimos, la agonizamos…la callamos, la gritamos: morimos en números, en cifras de nombres siempre despojados.

Somos niños invisibles a la caída, a la muerte y a la ausencia, somos huérfanos herederos de secuelas, del crimen provocado en la raíz: la nuestra. Nacimos portadoras de adjetivos, de lenguas: interrogación de labores a deshoras. Madre, esposa, novia, amante, amiga, concubina… noche, noches, día, días…vida. Buena, mala, puta, santa…mustia, enigmática, seductora….virgen, loca, cíclica. Intercambio o permanencia: Lilith o Eva, sexo o amor, sexo y amor, sexo en amor.

Somos la trinidad, la suma y la expresión. La réplica que es herida: incisión endulzada de pertenencia, de flaqueza, de conveniencia. La réplica es el pliegue que desborda la médula, que exhibe nuestros aciertos, y constriñe voluntades colmadas de omisión, de trampas, de engaños del eterno femenino.

Somos la costilla, la peripecia que permea la estructura y sus pretensiones, la lengua desatada, los hijos. Nos abrimos en el vientre, nos comemos el hambre. Ojos abiertos a tus pieles mujer, a tus celos…a la palabra del padre, aquel, que no es hombre oculto, calle o dientes cuando eres: madre, hija, hermana. “Bien vestida, bien calzada, bien peinada, me hice más indulgente al evocar al seductor” ¿Te has casado? ¿Te has cansado? El amor, siempre nos hace feliz.


24205111_10155728902415283_139846936_n*Perla Zamora (septiembre 1985). Creadora silenciosa. Traza historias con sus pies y despinta la ciudad con sus letras. Percibe la mirada como la expresión más genuina, y valora la sonrisa como el regalo más preciado por parte del otro. Observa la ciudad como un sistema vivo, y considera la palma de la mano como el mapa más preciso en la ruta de nuestra existencia. Disfruta del mar, la danza y la lectura. Urbanista de formación. Responde en Facebook.

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