Editorial julio 2018

Estamos comenzando la segunda mitad del año y como cada mes, en Feminopraxis queremos reflexionar sobre temáticas que impactan la vida cotidiana de las mujeres y niñas no sólo en México sino en el resto del mundo. En este sentido, y siguiendo la costumbre de conmemorar fechas importantes, queremos reflexionar acerca de las luchas por la despenalización del aborto; mismas que durante el mes de junio nos demostraron la fuerza implacable que los grupos feministas y LGBTTTIQ+ han tenido en Argentina. Es de suma importancia no perder de vista estos acontecimientos internacionales ya que esta lucha no es local ni particular de Argentina, sino que involucra a casi todos los países latinoamericanos.

En México, por ejemplo, la realidad de un aborto libre y seguro garantizado por el Estado es únicamente posible en la Ciudad de México, ubicada en el centro del país. Ya es hora de descentralizar los derechos de las mujeres de nuestro país y por eso exigimos que todas las mujeres mexicanas gocen de las mismas garantías que las mujeres de la CdMx. Invitamos a las colectivas feministas que actualmente están trabajando en la organización de manifestaciones en pro del derecho a decidir por la Interrupción Voluntaria del Embarazo (ILE) a que utilicen esta plataforma para lanzar comunicados, fechas de eventos y manifestaciones, etcétera.

Asimismo, a todas nuestras compañeras y hermanas feministas en el resto de Nuestra América, les extendemos nuestro más firme apoyo y exigimos a sus gobiernos la liberación de sus cuerpos, ya que a partir de nuestros cuerpos y su liberación podremos empezar a vivir una vida digna. La violencia institucional en contra de las mujeres debe parar en todo el territorio.

En este sentido, queremos hacer algunas reflexiones puntuales acerca de los mecanismos de control sobre los cuerpos potencialmente gestantes.

1. Nuestros cuerpos son nuestros, no del Estado, no de la Iglesia, no de la sociedad.

Que ninguna mujer debe ser obligada a gestar o no en contra de su voluntad ya sea por las leyes, su condición socioeconómica o por las tradiciones/creencias de las que forme parte. Es decir, sabemos que la cultura nos construye como individuas pero también estamos concientes que la cultura es un constructo social que puede ser modificado y el que tenemos actualmente debe de serlo. Si nuestro sistema de creencias está basado en un orden capitalista-patriarcal, es hora de deconstruir paradigmas y reinventar las tradiciones para así tener contextos de igualdad y espacios seguros para ejercer la maternidad de la manera que nos plazca a nosotrxs, no a la opinión pública.

2. Damos un paso hacia una sociedad diversa, no heteronormativa, en la que todos los cuerpos y cuerpas sean igualmente libres.

Reflexionamos sobre la importancia de no perder de vista que los cuerpos potencialmente gestantes no son únicamente los de mujeres cis-género. Reconocemos y exigimos que las personas que no se identifican como mujeres pero que son capaces de gestar tengan autonomía sobre sus cuerpos.

3. Que nuestras luchas se mantengan interseccionales.

Que nuestra voz no deje de ser voz para todas y de todas. No olvidemos que, como mujeres, compartimos un grupo genérico que nos asemeja en muchas formas de opresión, sin embargo, como individuas, otras formas de opresión como la raza, la clase social y la identidad de género son factores que pueden poner a unas en desventaja frente a otras. Que nuestras luchas por el derecho a decidir tengan en cuenta todas las realidades y contextos en los que vivimos.

4. Que la revolución feminista sea también antiespecista.

Porque en el debate de los cuerpos libres, las animales no humanas son explotadas en razón de su capacidad reproductiva también. Millones de vacas, cerdas, gallinas y otras animales de granja usadas para alimentar humanxs son brutalmente confinadas a espacios carcelarios, en donde la movilidad es práticamente nula, sin acceso a luz solar, físicamente violenta y por supuesto, donde la convivencia con las crías se vuelve completamente antinatural y es reducida a unos cuantos días o menos dentro de las mismas jaulas. No seremos libres mientras tengamos esclavas y la única manera de detener esa violencia es cambiando nuestro estilo de vida-alimentación.

5. Que las alianzas de los hombres vayan del discurso a la acción.

El 30 de julio se conmemora el Día Mundial contra la Trata, otra lucha que aún no termina. Volvemos a pensar en los cuerpos-mercancía para un sistema que explota a mujeres, adolescentes y niñas. Nos enfrentamos a cifras de mujeres desaparecidas que siguen en aumento en todas partes. La realidad es que vivimos en un mundo riesgoso para la mujeres por el simple hecho de ser mujeres, donde aún es posible que salir a la tienda, caminar de la escuela a la casa o salir de noche implique no volver a ser vista. Feminicidios y explotación sexual son terrores que todas las mujeres de cualquier edad enfrentamos. Quien no entienda la especificidad de la problemática aún no ha abierto los ojos ante una realidad que amenaza a más de la mitad de la población mundial. Pero las mujeres sólo podemos hacer una parte, es hora que los hombres aliados se unan y alcen la voz en contra de esas masculinidades tóxicas que alimentan y son alimentadas por este sistema misógino, es hora de que ellos hagan su parte, necesitamos que comiencen a crear sus propias trincheras en contra de aquellos otros varones que se niegan a vernos como personas. Necesitamos hombres que activamente enfrenten al patriarcado renunciando a sus privilegios, señalando la masculinidad hegemónica en otros varones como imaginario enemigo de una sociedad libre y equitativa; yendo más allá del discurso, respetando los espacios únicamente de mujeres y creando sus propios espacios libres de violencia machista.

Finalmente, no podemos dejar de mencionar que el pasado 1ro de julio se celebraron las elecciones federales, estatales y de senado en México. Por primera vez en nuestro país se eligió a un presidente de izquierda con una mayoría contundente. Esperamos que el sexenio que viene nos permita abrir los puentes de comunicación y trabajo que el PRI, con Enrique Peña Nieto, se dedicó a cerrar y que van en dirección a garantizar la seguridad de las y los mexicanos, el ejercicio pleno de nuestros derechos humanos, la dignidad en el trabajo, la educación para todas las personas, entre otras. Sabemos que una sola persona no puede cambiar lo que la corrupción de lxs políticxs ha creado en nuestro país pero entendemos que con la participación de la sociedad civil y el trabajo de las diversas cámaras, senado, congreso y presidencia, México puede empezar a recuperarse de la enorme crisis que han traído los regimenes anteriores.

Invitamos a leer y compartir las publicaciones de este sitio que giran en torno a estas y otras reflexiones así como a colaborar con las propias para seguir generando y difundiendo el diálogo feminista. Mientras más diálogo exista, más herramientas tendremos para la deconstrucción de aquello que nos violenta.

Feminopraxis