*Eliza Tabares
Hace unos días vi una película que me dejo pensando mucho, pues creí que dicho filme tenía muchos elementos para analizar sobre perspectiva de género, los mitos del amor romántico en relaciones heterosexuales y su concretización en relaciones de pareja en donde la violencia es un común denominador.
La película se llama “W.E. el romance del siglo” (un título desafortunado para mi gusto) dirigida por la famosa cantante Madonna. Me dispuse a buscar las críticas sobre la película, con la idea de que alguien ya había analizado el filme con el lente del género, pero me encontré con que la mayoría de las críticas se centraban en lo lenta que era la película, aburrida, pretenciosa, con recomendaciones de no verla, incluso críticas con títulos del tipo “zapatero a sus zapatos” haciendo alusión a que Madonna debería dedicarse a cantar y no a dirigir películas, me percaté también de que las críticas eran escritas por hombres.
Bueno… pues mis ojos de mujer vieron otra cosa. La película cuenta dos historias paralelas, la de Wallis Simpson mujer que se casó con un hombre que casi fue Rey de Inglaterra (Eduardo VIII), quien abdicó del trono para casarse y por otro lado la historia de una mujer contemporánea, que está obsesionada con la historia de Wallis y el príncipe, por herencia de su madre y de su abuela quienes le pusieron el nombre de Wallis pues querían que encontrara un hombre que la amara tanto como para dejar un trono por ella.
Para la Wallis contemporánea, su príncipe azul era un afamado psicólogo, a ojos de la mayoría adinerado, tierno, exitoso, pero en casa un narcisista, inseguro y violento. Wallis, obsesionada con la historia del hombre que deja todo por una mujer con el único propósito de estar juntos, descubre al encontrar cartas personales de la vieja Wallis a una mujer más real, quién reclama que una sociedad no se hubiera dado cuenta de lo que ella como mujer dejaba “Todos se centran en lo que perdió él, pero nadie mira lo que yo perdí”, una mujer que no vivió el “Felices por siempre” sino que vivió el infierno del exilio, del aislamiento y la codependencia en la pareja. Wallis Simpson se cuestionaba, que tal vez su esposo solo buscó un pretexto para salir de una prisión en la que se encontraba, él no quería ser Rey y el amor fue solo un pretexto. Esa mujer se sentía aprisionada en esa relación, sofocada, infeliz. Esa es la Wallis de la que nadie había hablado, la que no figuraba en ninguna noticia o nota de periódico.
Las cartas de aquella mujer que fue juzgada por “quitar a un hombre del trono” sirven a la otra que vive violencia en su matrimonio, sirven para resignificar su propia relación, para entender que el amor como se lo habían contado, no era suficiente o que no justificaba aguantar una vida llena de violencia. Ya se ha investigado previamente la relación entre amor romántico-violencia de pareja y se señala lo siguiente:
“Quienes asumen el modelo del amor romántico y los mitos que de él se derivan tienen más probabilidades de ser víctimas de violencia y permitirla, puesto que consideran que el amor (y la relación de pareja) es lo que da sentido a sus vidas y que romper la pareja, renunciar al amor es el fracaso absoluto de su vida (y no la promesa de una mejor) que como el amor todo lo puede han de ser capaces de allanar cualquier dificultad que surja en la relación y/o de cambiar a su pareja incluso si el violentador es irredento) lo que las lleva a perseverar en esa relación violenta; consideran que la violencia y el amor son compatibles ( o incluso que ciertos comportamientos violentos son una prueba de amor) lo que es empleado por víctimas y agresores para justificar los celos, el afán de posesión y/o los comportamientos de control ejercidos por su maltratador como una muestra de amor, llegando, incluso a sugerirse que el amor sin celos no es amor, y trasladando la responsabilidad del maltrato a la víctima por no ajustarse a dichos requerimientos. En definitiva, y como señalan estas mismas autoras: “un romanticismo desmedido puede convertirse en un serio peligro” (González y Santana, 2001 citados en Bosch, 2007)
En la película hay una escena en donde el fantasma de Wallis aparece a hacer entender a la mujer que vive inmersa en esa ilusión.
Wallis Simpson se encontraba llorando pues no podía regresar a su país, habían sido exiliados tras la decisión de casarse y en un sueño la contemporánea Wallis, le dice con toda su negación disfrazada de ternura.
– “Pero se tienen el uno al otro”
La Wallis del pasado tras una bofetada contesta
– “Este no es un cuento de hadas ¡despierta!”.
En ese momento pensé en todas las mujeres que viven violencia de pareja, a las que habría que gritar lo mismo, ¡Despierta! Gritar muy fuerte.
“No es suficiente, el amor, como lo venden las películas, como nos cuentan las abuelas, las madres, las tías, la televisión, las revistas. No es suficiente, es una ilusión”. Pero ilusiones con las que vivimos, que fundan muchas vidas y las historias de muchas parejas. Wallis entendió tras resignificar su idea del amor que no había un “felices por siempre”.
Me parece que la película ayuda a mirar gráficamente un proceso que debemos hacer muchas mujeres, mirar en retrospectiva los cuentos, las historias, los mitos que nos contaron sobre el amor y volver a contárnoslos con nuevos ojos, integrando otros elementos.
Nosotras también tenemos a “nuestras Wallis” y debemos mirar en retrospectiva lo que de ellas aprendimos del amor y reconsiderar aquellos significados que no ayuden a establecer relaciones sanas e igualitarias.
De manera que este artículo es una invitación a ver la película (la encuentran en Netflix) y me cuenten si alguien miro el contenido con ojos parecidos a los míos y también una invitación, para recontarnos historias que fundan nuestras vidas y/o nuestras relaciones de pareja.
Para terminar dejo algunos mitos del amor romántico que habría que considerar de-construir (Ferreira, 1995, citada en Bosch, 2007):
- Entrega total hacia la otra persona
- Hacer de la otra persona lo único y fundamental de la existencia
- Vivir experiencias muy intensas de felicidad o de sufrimiento
- Depender de la otra persona y adaptarse a ella postergando lo propio
- Perdonar y justificar todo en nombre del amor
- Consagrarse al bienestar de la otra persona
- Estar todo el tiempo con la otra persona
- Pensar que es imposible volver a amar con esa intensidad
- Sentir que nada vale tanto como esa relación
- Despertar ante la sola idea de que la persona amada se vaya
- Pensar todo el tiempo en la otra persona hasta el punto de no poder trabajar, estudiar, comer, dormir o prestar atención a otras personas menos importantes
- Vivir solo para el momento del encuentro
- Prestar atención y vigilar cualquier señal de altibajos en el interés o el amor de la otra persona
- Idealizar a la otra persona no aceptando que pueda tener algún defecto
- Sentir que cualquier sacrificio es positivo si se hace por amor a otra persona
- Tener anhelos de ayudar y apoyar a la otra persona sin esperar reciprocidad ni gratitud
- Obtener la más completa comunicación
- Lograr la unión más íntima y definitiva
- Hacer todo junto a otra persona, compartirlo todo, tener los mismos gustos y apetencias
Bibliografía:
Bosch, E. (coord.) (2007). Del mito del amor romántico a la violencia contra las mujeres en la pareja. España: Universidad de Les Illes Balears.
** Eliza Tabares – Mexicana radicada en CDMX, psicóloga y Psicodramatista enfocada en temas de género, arte y corporalidad. Le interesa la forma en que la cotidianidad se entreteje con la teoría y los procesos individuales y grupales que se encuentran con el feminismo y que nunca son lineales ni desprovistos de contradicciones, como terapeuta con perspectiva de género, considera que el trabajo con y desde el cuerpo permite poner en la mesa otras discusiones sobre el feminismo. Es directora y terapeuta en Centro de Atención Psicológica, Arte y Consultoría A.C. Co-creadora del sistema SOMA (Salud, Ontología, Movimiento y acción) avalado por la UNESCO. Síguela en Facebook Twitter e Instagram
hola, me encantó tu artículo, la película es una gran obra de arte, para mí, que no conoce mucho sobre cine. Sin embargo, es una película que ví hace muchos anos cuando se estrenó, entonces era muy joven y mis amigas y yo idealizamos la película. Interesada por los personajes, investigué más, y al parecer Wallis, el personaje histórico, nunca fue feliz con el príncipe, y por tanto, tampoco le fue fiel, Al menos la historia, la cual la odia por cierto, la satanizó por ser la mujer que obligó al príncipe adejar la corona.
Ambas se casan con hombres éxitosos para subir de posición económica y social, las dos se casan por amor, las dos sufren de una «fuerte idealización del amor».
Me sentí tan identificada cuando mencionas «nuestras Wallis», he sido una Walli un millón de veces (exageró), pero es cierto que conozco muchas Wallis, también.
Nuestra educación de mujeres se basa lamentablemente en eso. La sociedad categoriza: o eres la mujer que aguanta todo y finge tener un matrimonio perfecto, o eres la «luchona» que va en búsqueda de un amor porque su marido se fue con otra, dejándole los hijos a cargo.
Hay más?
Lo siento, recién discutía con una persona que me decía que una mujer debe aceptar las infidelidades de los hombres, porque es su naturaleza, no hay más, en serio, no hay más? quedarse sola o aceptar infidelidades?
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