Por Zitlalli Carrington*
Ayer estaba viendo la televisión con mi marido, y en la historia el esposo tenía que sacrificar su vida laboral porque el trabajo de su esposa era mucho más importante. Mi marido, con un pesar, me dijo: –¿Te imaginas qué difícil hacer ese sacrificio para él? ¡Y más por la época!-. La serie está basada en los 40’s, posguerra…. Y mi cabeza solo recordó que así es, y ha sido, para la mayoría de las mujeres en toda la historia de la humanidad. Y sí, ¡¡¡¡qué difícil!!!!
Así que cuando la gente me dice que por qué tanto rollo con el tema de ser feminista, me encanta contarles que mi abuela, una mujer de un carácter súper fuerte y muy inteligente, se tuvo que escapar de casa de su padre, un médico militar, para ir a estudiar Ingeniería Química a la Ciudad de México. Fue una de las primeras mujeres en todo México en terminar una Ingeniería. Qué orgullo, ¿no? Pero ¿qué crees? Se enamoró y durante los siguientes 11 años de su vida procreó 7 hijos… y los vistió, y los alimentó… y así hasta que llegamos los nietos… y así hasta que murió. ¿Y los sueños? ¿Y la Ingeniería?
Ésta es solo una de las miles de mujeres que, aunque teniendo otros sueños y anhelos, “sacrificaron” su carrera por la de sus esposos, por la de sus sociedades, por sus hijos, por el qué dirán; porque “ese no es trabajo de mujeres”. Porque, como mi mamá, hay muchas que aunque querían estudiar no les fue permitido pues es “mientras te casas”, como las 62 millones de niñas alrededor del mundo que no tienen acceso a la educación o se les es privado por su género.
Y me encanta que también recibo muchos comentarios en cuanto a la ‘suerte’ que tengo de tener un marido que está tan involucrado en la educación de nuestras hijas, y que hace labores en el hogar; probablemente más que yo. Que es equitativo e intenta impulsarme a buscar mi desarrollo profesional, mis sueños, mi vida social. Y siempre pienso y nunca lo digo; no es solo suerte, es asertividad.
Antes de conocerlo estaba segura de que nunca tendría una pareja para toda la vida porque no estaba hecha con el “material de esposa” para muchos de mis machos mexicanos. Y pensándolo seriamente, lo que más me encantó de mi esposo es que desde el principio me trató como su igual. Fui escuchada y admirada por mis esfuerzos, por mi historia de vida y sobre todo por mi valentía de ser quien soy.

Ese es el respeto que nos debemos a nosotras mismas. Lo mismo a la hora de encontrar una pareja. Una que nos respete tanto como nos respetamos a nosotras mismas. Porque el título feminista no es válido si no podemos encontrar en nosotras mismas el valor de ser honestas y respetar nuestros derechos. El de ser amada por alguien que nos vea como iguales.
Sé que este proceso puede ser doloroso y que tenemos mucha historia que sanar; no solo personal, sino también histórica, pero está en nosotras el tratar de luchar por nuestra felicidad para que la siguiente generación sea educada por mujeres más empoderadas, más seguras de sí mismas. Con voz y fuerza pero sobre todo llenas de amor propio.
*Zitlalli Carrington es originaria del Distrito Federal, actualmente radicando en Londres. Psicóloga, viajera y feminista. Orgullosa mamá de dos niñas por las que espera hacer una diferencia en cuanto a la inequidad de sexos.
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