Por Palmira Telésforo Cruz *
En la peligrosa y controversial era del sexting, un grupo de adolescentes incitaba a una chica indecisa a mandar un sms con una leyenda aprendida en una revista de “modas” en la peluquería. Osito, ven. Estoy hot.
Usamos estas revistas en talleres de feminismo, como un método fácil y múltiplemente evidente, de señalar las exigencias que el mundo de consumo establece como patrón de identidad de las mujeres: también sucede que ni las conocemos o rechazamos por inservibles y agresivas, pero resultan relevantes como lugar de acceso a la información, de algunas de nuestras mujeres más jóvenes, sobre todo, quienes se encuentran en circunstancias de vulnerabilidad por sus condiciones de carencia económica y/o abandono familiar.
Reconocer que estas revistas tienen un potencial de “formación” de percepciones en adolescentes o preadolescentes, sobre la sexualidad y su ejercicio, así como en sus formas de socialización grupal en relación con metas individuales de desarrollo, nos permitirá realizar una exigencia colectiva para la transformación de sus informaciones. No se trata de establecer censuras sobre la libertad de expresión, sino de transformar las hegemonías culturales que abonan a estereotipos que fortalecen procesos violentos de interacción social; al mismo tiempo, de reflexionar sobre la articulación de propuestas contrahegemónicas.
Miramos 108 páginas de un número cualquiera de la susodicha revista y su especial de sexo, se infiere que el público objetivo son chicas heterosexuales, de 20-26 años, viven con sus padres, con novios de su edad, no trabajan, pero viajan y compran. La revista no es de venta restringida, circula libremente sin advertencias de contenido, y constituye un modelo aspiracional. En sus términos, ser mujer ocupa gran parte de la vida en pensar permanentemente en sexo-pareja y su estilo de consumo implícito, con el objetivo cuasi obsesivo de “complacer” a un “ÉL” prácticamente sin pedirle nada para no incomodarlo. El fin en sí, es ser bella, esbelta, firme, sensual, sexualmente disponible, creativa, e invertir en ropa, zapatos, cosméticos, regalos, comida y viajes. El amor del hombre se consigue susúrrandole al oído tus más locas fantasías: “átame, rasgúñame, nalguéame, muérdeme, sedúceme, castígame, ámame”… sin condones o anticonceptivos, que ni siquiera se mencionan.
En México, los doce años de gobierno de derecha desmantelaron los esquemas de educación sexual, que de por sí eran deficientes y moralinamente sanitarios (solo anticoncepción y profilaxis; nunca pedagógicos, o de conocimiento de afectos, emociones, planes de vida, menos de prevención de violencias). Como consecuencia de este hecho y las violencias socioeconómicas, actualmente ocupamos el primer lugar de nacimientos de madres adolescentes de 15 a 19 años, entre los 34 países de la OCDE, según la UNICEF. La estadística solamente toma en cuenta la información hospitalaria institucional, no los partos caseros o rurales, ni los casos de menores de 15 años (≈8000-12000 partos/año). El embarazo adolescente (sobre todo en su condición transgeneracional) es una de las principales causas de la feminización de la pobreza.
Entre el abandono gubernamental de la educación sexual y la desintegración familiar por la crisis neoliberal, los productos culturales del sistema venden exitosamente roles violentísimos de los sistemas sexo-género. En la revista que miramos, las relaciones son 100% heterosexuales y en los roles femenino-masculino predomina la construcción vulnerable de las mujeres, en función del sometimiento permanente al deseo masculino de manera general, pero específicamente el sexual: “llévalo al límite /Evita hablar de más, así te ahorrarás conflictos con tu galán /Te conviene seducir a tu chico /Trata de bajarle a tu deseo de controlar a tu galán y sus amigos /tu chico se ha sentido descuidado pero en ti está el poder de remediarlo /Aviéntate a hacer el amor sin reglas o condiciones /Muéstrate como una leona ardiente ¡sin cohibirte! /Utiliza ropa más seductora que resalte tus encantos /Se audaz pero sin invadirlo…
Llévate los bocadillos y galanes a la cama, pero cuidando las calorías, porque aunque incluye los ‘políticamente correctos’ artículos –segregados y etiquetados- de autoaceptación del cuerpo CURVY (fatkini, ropa plus sizefit, filosofías bodypositive), en sus páginas “normales” encontramos consejos para bajarle a la grasa y ejercicios para mantener firmes las nalgas. Todxs lxs modelxs son blancxs, también las mujeres plus size. Estas representaciones-imagen sobre sexualidad, raza y cuerpo, son esquizofreniformes respecto a nuestra sociedad y cultura, establecen referentes equivocados en la autopercepción y autorreferencialidad del cuerpo, así como una serie de valoraciones perversas sobre la autoimagen y las conductas que deben ser adoptadas por las consumidoras, decretando dos referentes: la superioridad de la “raza” blanca como imagen ideal por alcanzar y la conveniencia de no pertenecer a un cuerpo disidente a la norma (obesidad, a/dis-heterosexualidad, discapacidad, pobreza, obviamente vejez…) Diría Baudrillard: abandonamos la identificación con nuestro cuerpo para que el cuerpo se identifique con la fantasía publicitaria.
Sabemos que estos pasquines no son una “bala mágica”, con un mensaje direccional, recibido y aceptado en su totalidad por adolescentes y adultas jóvenes consumidoras pasivas de información, pero sus contenidos sexistas, estereotipados, genitalizados, racistas, discriminatorios, consumistas e irresponsables (impulsa conductas sexuales de riesgo sin ofrecer información sobre prevención de infecciones, embarazos, ni promueve la satisfacción emocional de los interactuantes), son materiales de socialización temprana y de grupo, como en el caso que nos ocupa. Combinar una mala educación sexual, familiar e institucional, con estas caricaturas de la vida joven en pareja, es sentarse sobre la bomba de tiempo de la violencia. Creo que debiéramos recuperar los-nuestros perdidos espacios intergeneracionales de vida común entre mujeres, para acompañarnos más, para entendernos mejor, y juntas, trabajar desde el arte, la cultura y la reflexión para fortalecer unas-otras representaciones de las relaciones de pareja y el reconocimiento del cuerpo político; desde la comprensión de las emociones y los afectos, el cuidado, la protección y el compromiso con el-la-lxs otrx/s y unx/s mismx/s, para así también hacer más fácil el cuidado de la salud sexual y reproductiva, y la prevención de la violencia.
Nuestra pequeña de la historia dudaba al enviar el mensaje. Temía que su chico creyera que era una invitación al sexo fácil, y ella sólo quería verlo, conversar, tomar su mano, besarlo tal vez… Para las demás chicas era un juego, violento porque se imponía como una obligación de grupo y eliminaba la posibilidad de la decisión personal. Alegremente divertidas le repetían: sin sexo, no hay bexso.
* Palmira Telésforo Cruz estudió Comunicación, Política, Género, Familia. Participó en procesos de investigación y guionismo y diseño editorial, para productos de cultura y arte, en sectores públicos y privados. Realizó Diseño de Negocios (Recursos humanos, Relaciones públicas, Control de calidad, Prevención de conflictos laborales). Impartió clases universitarias en áreas de comunicación (Creación literaria, Guionismo, Periodismo, Investigación para la comunicación y Comunicación interpersonal). Realiza trabajo de búsqueda de información sobre: Violencia y consumo cultural infantil, Violencia en la familia, Mediaciones de la violencia en NTI y NTC, Violencia y grupos vulnerables (ancianos, enfermos psiquiátricos y madres de niños con discapacidad intelectual) y recientemente, Violencia de Estado. Actualmente colabora en un proyecto que interroga desde diversas disciplinas la identidad y condición negroafricana.
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Me quedo con este párrafo: «El amor del hombre se consigue susúrrandole al oído tus más locas fantasías: “átame, rasgúñame, nalguéame, muérdeme, sedúceme, castígame, ámame”… sin condones o anticonceptivos, que ni siquiera se mencionan.», pues es lo que LOS MEDIOS nos muestran que es «como se debe conquistar a un hombre». Cuando lo que deberían enseñarnos es que debemos ser respetadas. Excelente artículo
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Que buen texto!!!
Inspirador realmente.
Aunque ya no seamos adolescentes presionadas por el grupo par, las fantasias de pareja y de lo que debe ser el sexo nos siguen acompañando, como una capa sobre la piel de la que cuesta desprenderse. Gracias por tus reflexiones!!!
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Grande Palmira. Una de las mentes más lúcidas que conozco. Soy un gran admirador de ella.
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