¿#TODOS SOMOS LA PRÓXIMA VÍCTIMA?

Por AnaMaría Manzanares Méndez*

En lo que va corrido de éste año, en América Latina se ha triplicado el registro de denuncias por agresiones y feminicidios, cifras que nos indignan y conmueven; unos con mayor visibilidad que otros, la mayoría de ellos ni siquiera registrados en los medios de comunicación. Según datos de la CEPAL (2015) durante el año 2014, al menos 1.678 mujeres fueron asesinadas por razones de género en 14 países de América Latina y tres del Caribe[1].

Bajo el hashtag  #TodosSomos y el nombre de la víctima de turno, evidenciamos nuestro dolor y reclamamos justicia. El fin de semana pasado en España en el transcurso de 24 horas fueron ejecutados tres feminicidios. Hace menos de un mes nos conmovíamos y movilizábamos por el asesinato de Lesby en el campus de la Universidad Nacional Autónoma de México. En Colombia, hace dos meses Claudia Johana fue asesinada en un Centro Comercial  a manos de su ex – pareja quien acto seguido se suicidó sin que las autoridades hayan intervenido a tiempo: posteriormente se supo que la víctima había denunciado ante las autoridades quienes emitieron una medida de protección, que como se hizo evidente, no sirvió para detener el tiro que la mató; esto en lo referente a casos que son visibilizados por los medios de comunicación y las redes sociales: no todos corren con tan buena suerte. Y así las agresiones contra mujeres, niños y niñas se van volviendo parte del paisaje.

feminicidio

Llama la atención que en estos casos los reclamos ciudadanos sobre la administración de justicia giren en torno a dos elementos: o bien se pide cadena perpetua o bien se pide la pena de muerte, a más de reflexiones que circulan en espacios como redes sociales en las que se convoca a acudir a las vías de hecho y torturar a los agresores. Asombra ver que se solicite cambio en la legislación que penaliza estos actos (desconociendo que la mayoría de países cuentan con un ordenamiento jurídico al respecto, que en la mayoría de casos no se aplica) pero que no se haga referencia a medidas de tipo preventivo ni se ahonde en las causas que los produce; en el imaginario social se atribuyen estas agresiones contra mujeres, niños y niñas a enfermedades mentales no diagnosticadas, lo que los justifica y contribuye a desdibujar la responsabilidad que les corresponde.

Ni hablar de la manera en que se informan estos casos en medios de comunicación: “presunto asesino”, “crimen pasional” y “mujer muerta” son algunas de las maneras en que se enuncia indirectamente los feminicidios descargando de responsabilidad a los feminicidas, y eso sin hacer referencia los adjetivos calificativos con los que se describe a las víctimas que además poseen una profunda carga de culpabilidad.

feminicidioniunamasDe otro lado, mientras nos solidarizamos con las víctimas de manera efímera a través de los hashtag y sancionamos moralmente a quien comete estos actos, en la vida cotidiana reproducimos comportamientos que alimentan la estructura en la que se dan las agresiones: socializamos a nuestros hijos e hijas a través de los relatos de Disney que exaltan el amor romántico, promovemos la idea de que el amor “duele” – “porque te quiero te aporreo”-, seguimos distribuyendo las tareas domésticas en función del sexo de nuestros hijos e hijas,  defendemos, toleramos y hasta justificamos el acoso callejero, seguimos utilizando la frase “pareces una niñita” como insulto en una discusión, seguimos pensando que la crianza es una obligación para las mujeres pero es un voluntariado en el caso de los hombres, seguimos riéndonos de los chistes machistas, seguimos difundiendo la idea de que lo primero que observa una mujer de un hombre es su billetera, seguimos diciéndoles “zorras” a las mujeres que nos caen mal, seguimos pensando que si matan mujeres “por algo será” y que si las violan “es porque quién sabe cómo iban vestidas / dónde estaban a esa hora” seguimos pensando que si el Estado garantiza los derechos de las personas LGBTI nuestros hijos se volverán gays.

2012.05.neo_espEs fácil hablar de prevención de la violencia de género en abstracto, lo difícil es atacarla en su materialidad. Generar condiciones para que las mujeres, los niños, las niñas  vivamos en mundo libre de violencias pasa por entender que la violencia, el maltrato y las violaciones hacia el que socialmente es considerado el más débil son consecuencia de un sistema estructural que privilegia las relaciones de poder inequitativas, descalificadoras y jerárquicas; mientras no entendamos que los violadores y feminicidas no son  enfermos mentales, sino hijos sanos de un sistema que desde todo punto de vista avala y aplaude sus comportamientos para condenar sus consecuencias, seguiremos siendo la víctima de turno a través de un hashtag, antes de conocer el nombre de la próxima víctima.


 

*AnaMaría Manzanares es Trabajadora Social y comunicadora colombiana. Feminista, creyente en Jesús y convencida de que la construcción de un mundo equitativo, horizontal y fraterno es posible. Mamá de Francisco Javier.

Puedes seguir a Ana en su Twitter @ammanzanares1

Notas

[1] Comunicado de Prensa emitido por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. 24 de nov. De 2015. CEPAL advierte sobre elevado número de femicidios en América Latina y el Caribe

 

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