Camino en el sí

Por: Jovy Vega

No sé si existe algo como el noismo religioso, si no existe, me lo atribuyo. “No puedes”, “no digas”, “no hagas”. ¡NO! Parece que el requisito para ser mujer y religiosa en este planeta es asegurarse de entender que para algunos, LA MUJER NO PUEDE. Se nos clasifica de enemigas o rebeldes cuando nuestro punto de vista no es cónsono a lo que por mucho tiempo ha sido establecido como correcto. El adjetivo rebelde nunca ha sido un problema para mí.   Si hay algo con lo que he tenido que lidiar en el rumbo que escogí, es caminar en el SÍ PUEDO, aunque me digan que no. 

Muchas mujeres religiosas cargamos con las marcas de haber elegido este camino y no vivir detrás de las vendas de quienes nos establecen lo que para ellos es el  bien y el mal. Sí, en un ambiente religioso. Sí, quise y sí, lo hice. Por nuestro sexo, hemos sido obligadas a permanecer detrás de escena por dogmas basadas en un libro sacado de contexto y el pretexto ha guiado el camino de muchas y yo decidí salir de su manual, escribir fuera de las líneas y ayudar a otras dentro de esta ruta elegida. Para muchos, esta forma de ver la vida parece una nueva religión;  ya me tiene sin cuidado lo que digan los trajes y las corbatas. 

Por nuestro sexo, hemos sido obligadas a permanecer detrás de escena por dogmas basadas en un libro sacado de contexto.

Jovy

“Que la mujer aprenda en silencio”; este ha sido uno de los versos más trillados, malinterpretados e injustificados para  imponer dentro de la comunidad religiosa, los preceptos masculinos sobre los femeninos. Desde mi experiencia hablo, cuando digo que de esta manera se ha oprimido, lacerado, ultrajado y despreciado el papel de la mujer dentro de esta comunidad. «La esposita del pastor»; «la esposa del pastor»; aunque es un grupo nominal, se sentía adjetival; clasificada como un atributo al hombre que acompaño y un día dije: BASTA. 

En una ocasión un pastor le dijo a mi esposo que yo no era la pastora de nuestra congregación. Mi esposo le respondió: “Tal vez en su congregación, su esposa no lo es, PENA POR USTED, pero en la nuestra, ella es la  pastora”. Él no tenía idea de lo que pasaría después, pero ese es otro relato. Traigo esta anécdota, ya que fue el inicio de mi vida fuera de un manual dogmático que no tiene sentido dentro del contexto social y cultural en el que vivimos. Si hay algo que he aprendido en mis años de «religiosa rebelde», es el comprender que debemos crecer en la medida que el tiempo pasa y que un simple -NO PUEDES-, para un mundo con tantas preguntas sin respuestas, no es la contestación. 

Entiendo que sí puedo ser mujer, religiosa y guiar a otras mujeres a vivir en plenitud LA VIDA QUE DESEEN y que lamentablemente se les escapa, arrebata y ultraja con paradigmas irracionales. NOS DICEN QUE NO, PERO DEBEMOS CAMINAR EN EL SÍ, SIN RETROCEDER.

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