Cuerpo, belleza y reivindicación

No soy de blanco y negro, soy de matices y de observar la complejidad de las cosas, aunque a veces no me guste lo que veo. El tema del cuerpo para mí es eso, un montón de complejidades contenidas en nuestros andares, las ropas con las que lo vestimos, nuestros hábitos, nuestra relación con un “algo” que a veces concebimos lejano.

El cuerpo es atravesado por mil discursos desde que somos pequeñas “que bonita niña” o “que gorda” o “calladita te vez más bonita” o “la belleza cuesta”.  A menos de que hayamos tenido la fortuna de crecer en una familia ya sensibilizada sobre feminismo, los estereotipos de belleza y sus consecuencias para nuestra autoestima y subjetividad, pero aún así es posible que información sobre «la belleza» entrará a nuestro sistema muy temprano por otros medios. Si recuerdas a tu yo adolescente podrás darte cuenta que era y es casi imposible vivir aislada de los ideales de belleza y con la poca consciencia que se tiene en esa etapa de lo que se consume, la influencia es mayor.

Hace unos días vi una frase que decía:

¿Y si en lugar de reivindicar la belleza, reivindicamos que no es el atributo máximo al que una mujer puede aspirar?

Estoy de acuerdo con esta afirmación, pero creo que tiene matices para reflexionar

Pues sí, es jodido que la belleza como la concebimos, sea socialmente tan valiosa en la “identidad femenina” y es necesario que nuestras niñas y adolescentes sepan que “ser bonitas” no es lo mejor que les puede pasar en la vida, pero es importante considerar que el hecho de no haber vivido y crecido en un  mundo que ya lo valore así, ya ha dejado huella en nuestra subjetividad, una huella emocional que no podemos negar sólo pensando “eso no debe importarme”

Lo veo muy a menudo con mis consultantes mujeres, muchas de ellas se asumen feministas y están familiarizadas con la teoría y práctica del feminismo en sus vidas cotidianas, ellas me comparten lo que sienten como una contradicción, que además les genera culpa

¿Por qué si sé que los estereotipos de belleza son un asco, me preocupa que subí de peso?

¿Por qué a pesar de todo lo que sé no puedo querer mi color de piel?

¿Por qué me dolió que mi novio/hermano/papá me dijera gorda? Y un largo etcétera

Como si tuviéramos la idea de que el feminismo nos libra de todo mal en automático.

Aclaro que las siguientes son reflexiones de consultorio, que seguro dejan fuera muchas otras aristas

Para mí es importante reflexionar ¿Cómo vivió el cuerpo lo referente a los ideales de belleza?  ¿Qué emociones sintió cuando veía revistas de mujeres blancas y delgadas? ¿Qué le paso al escuchar la palabra gorda? ¿Cómo estas emociones se sintieron en el cuerpo? Un nudo en la garganta, una opresión en el pecho. Esas vivencias dejan memorias corporales de las que no es sencillo deshacerse.

Imaginen una escena – Ana regresa del recreo a su salón de clase y nota que le dejaron un papel en su pupitre, cuando lo abre encuentra una sola palabra en mayúsculas y con signos de admiración ¡GORDA! Ana no dice nada porque le da pena, le da tristeza y rabia pero cree que si le dice a su maestra o lo hace público se burlarán peor de ella, entonces se queda con su rabia y la contiene hasta que llega a su casa y puede llorar en su habitación. La vivencia de Ana le genera emociones que tienen un correlato corporal, si esta experiencia es repetitiva o muy fuerte para ella, se genera un patrón (neuronal y físico) y cuando tenga vivencias que asocie a esto, aunque no sean idénticas se volverá a activar esta tristeza o rabia, incluso si se trata de ella misma probándose ropa en un aparador.

La experiencia de Ana va a influir en la relación que tenga con su cuerpo y aunque a los 25 conozca de feminismo y entienda de estereotipos de belleza, el sólo pensar que como feminista no debería importarle, no hará la diferencia.  

Claro que hay un montón de factores que pueden mediar con la forma en que estos estereotipos nos afectan, no es lo mismo ojear una revista de moda siendo una adolescente con rasgos indígenas, que siendo blanca, no es lo mismo como se recibe esta información si en casa se maneja un discurso tipo «ponte bonita para que consigas marido» a si el discurso es «trabaja y sé independiente, la belleza no importa». A cada una le toca revisar sus intersecciones y cómo estos discursos permearon o no la relación con su cuerpo.

Tanto con mis consultantes como en los talleres que doy, es importante proponer un momento para que esa rabia se dirija a esos agresores originales, para que no se quede anclada en nuestro cuerpo y nos joda nuestra relación con él. Es liberador decirle a esos personajes que fueron agresores se dieran cuenta o no ¡QUE SE JODAN! Y decirlo de la forma en que cada una necesita según su historia de vida.

Claro que esto no es una regla de cocina, finalmente tampoco es que las mujeres seamos entes pasivos que consumieron la información de los estereotipos de belleza sin mediar nada, pero dependiendo de nuestros contextos pudimos resistir o no a dicha información. Para algunas estos jueces externos que evalúan si entramos a un molde o no, se convierten después en severas voces internas que siguen generando malestar y una relación poco gozosa con nuestros cuerpos.

Para desintoxicarnos de estos jueces internos, en algunos casos suelen funcionar los rituales. Una consultante usaba una crema especial, cuando sentía este malestar con su cuerpo, era algo así como «la crema del autocuidado» que le recordaba al untarla que necesitaba ser más amorosa con ella y recordar que esas voces que la juzgaban no eran de ella, si no que pertenecían a otras personas, en otro momento de su vida y no tenían porque quedarse más. El cuerpo se tarda en entender y hay que darle su tiempo y todos los recordatorios necesarios.

Lo que yo creo que es necesario reivindicar es la forma en que concebimos la belleza de nuestros cuerpos, a través de ellos comemos comida deliciosa, vamos a muchos lugares, andamos en bici, besamos, lamemos, nos conectamos con otras y en todo ello hay belleza, sólo que es una belleza que no está al servicio de los otros, es una belleza para nosotras.

 

 

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eliza

** Eliza Tabares – Mexicana radicada en CDMX, psicóloga y Psicodramatista enfocada en temas de género, arte y corporalidad. Le interesa la forma en que la cotidianidad se entreteje con la teoría y los procesos individuales y grupales que se encuentran con el feminismo y que nunca son lineales ni desprovistos de contradicciones, como psicóloga feminista, considera que el trabajo con y desde el cuerpo permite poner en la mesa otras discusiones sobre el feminismo. Es directora y terapeuta en Centro de Atención Psicológica, Arte y Consultoría A.C. Co-creadora del sistema SOMA Sistema Psicocorporal avalado por la UNESCO.  Síguela en  Facebook Twitter Instagram

2 comentarios en “Cuerpo, belleza y reivindicación

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