Por: Jael de la Luz
¿Es posible retratar en una novela, en una ficción, el entramado de violencias que México atraviesa no sólo en su presente sino de manera sistemática? Un entramado de violencia política y estatal que baja como cascada a la vida común de personas que sobreviven a su suerte en la precariedad económica y social; hombres, mujeres y disidencias sexuales acorralados por carteles de drogas, políticos corruptos y sin compasión; comunidades y familias que se traicionan una y otra vez para tener la aprobación de propios y ajenos. Personas de todas las edades normalizando la violencia sexual, médica, espiritual; violentos que acaban haciéndose justicia por mano propia cuando se desea escapar de ese fatalismo al que por azares del destino o caprichos humanos, más de una generación se ve atrapada. Violencias que con toda su fuerza arrasan como sí fueran huracanes que a su paso deja destrucción y desolación. Cuando todo vuelve a la quietud, no se respira en el ambiente más que una desesperanza colectiva.
La escritora mexicana de origen veracruzano Fernanda Melchor (1982) logró captar esas violencias entrelazadas en su novela Temporada de Huracanes. Está es una narración cruda sin tabúes en temas de violencia sexual, pobreza, enajenación, chismes y leyendas urbanas que provocan hasta en las almas más bondadosas deseos de internarse en lo oscuro de la vida. El capítulo inicial es una narración en tercera persona que abre el telón de lo que pasa en La Matosa, una ranchería en el municipio de Alvarado, Veracruz. Tragedia, misoginia, homofobia, transfobia, pedofilia, incestos y amores que matan. Brujería y negocios chuecos donde el vacío espiritual, económico y político siembran descomposición social.
La historia comienza cuando unos niños encuentran un cuerpo flotando en un canal de riego cercano a la ranchería de La Matosa. Ese cuerpo es de una transvestida a la que apodaban La Bruja, por dedicarse a preparar remedios caseros para todo mal y conjurar los malos espíritus de quienes solicitaban sus servicios. Y así La Bruja ( y anteriormente su madre que también se dedicaba al mismo oficio) se ve envuelta en el consumo de drogas, en fiestas clandestinas que organiza en su casa para gozar de la compañía de Luismi, de Brandon y de sus amigos que a su vez están enlazados con mujeres que se dedican a los servicios sexuales, a los rezos matutinos, a las niñas madres violadas por sus padrastros, y mujeres guardianas del machismo y la misoginia que a base de violencia doméstica someten a sus niñas y adolescentes a labores domésticos en condiciones de esclavitud; esas mujeres a su vez están vinculadas con mafiosos y pistoleros de los cárteles de drogas que reclaman cuerpos de niñas y mujeres para el comercio sexual o para sus negocios de compra y venta de estupefacientes. Esos narcos locales a su vez están vinculados con policías y políticos corruptos que en la oscuridad de las mazmorras carcelarias hacen de la tortura y el engaño trabajo sucio para llevarse unos cuantos miles de pesos que pueden sacarlos de pobres. Esos polis y políticos vendidos al mejor postor encuentran, como la mayoría de los personajes de Temporada de Huracanes, la muerte y el olvido como sucede en cualquier rincón de México de manera exacerbada desde hace más de una década.
Desde que el gobierno panista de Felipe Calderón (2006-2012) declaró la Guerra a los cárteles de drogas el territorio nacional se lleno de muertes, desapariciones forzadas, ajustes de cuentas entre carteles; robo de infantes, incremento de feminicidios y transfeminicidios en todos los rincones de México. Tanto las ciudades como las rancherías y espacios rurales se han visto afectados por esa guerra sin sentido. Pero esa historia contemporánea de violencia política que afecta las vidas comunes de los mexicanos de a pie, se entreteje con otras historias propias de los países que han apostado a un desarrollo económico neoliberal. En ese escenario, las zonas rurales y sus pobladores viven en el umbral de la pobreza y los vacíos institucionales. Lugares donde la ausencia de trabajo, de esperanza y de futuro son una constante intergeneracional. Lugares donde suceden tragedias que pasan de boca en boca como chismes, como noticias que bien podrían ir en la nota roja de cualquier periódico local, y que con el paso del tiempo queda como mito o anécdota a borrarse con el tiempo.
Son varios temas los que se tocan en esta novela; quizá es el tema de la «brujería» el eje que engancha lo como si fuera una obra de literatura fantástica o de realismo mágico, muy propio de la literatura latinoamericana y caribeña.
En las zonas rurales es muy común que personas mestizas pobres, afrodescendientes e indígenas crean en los espíritus y los trabajos curativos que hacen personas que se dedican a ello. Curanderos, hechiceros, brujos, brujas abundan en territorios como Veracruz. Son personajes que se recrean una y otra vez en leyendas y experiencias. Quienes tenemos nuestros orígenes en esos lares veracruzanos, hemos escuchado o conocido de primera mano testimonios de familiares y amigos de haber sido «trabajado» por alguien. La gente cree mucho en las fuerzas sobrenaturales, y eso viene a ser parte de una mentalidad colectiva que le da mucho poder al relato.
Temporada de Huracanes no pudo ser mejor narrada que con ese lenguaje coloquial del mexicano popular: hijo de su **** madre, no chinges, etc, etc. Y es por ese recurso lingüístico que no puede dejarse de leer este libro en ningún momento; supongo que también fue un reto para su traducción a otros idiomas pues no es fácil entender y hablar el caló de los mexicanismos y sus palabras floridas. Por ello cuando vi que esta obra ya esta disponible en inglés en su versión para Reino Unido, hice lo posible por conseguir la versión en español.
Aún así quiero leer la traducción al inglés para ver cómo le hicieron para que la narrativa no perdiera su mexicanidad y originalidad. E incluso conservó su título original, no como en el caso del libro de Valeria Luiselli, quien escribió su última novela en inglés bajo el título Lost Children Archive (2019), mientras que en su traducción (hecha por la misma autora) fue Desierto Sonoro, publicada por la editorial mexicana Sexto Piso; editorial que a su vez le publicó en español el ensayo que antecedió a esa novela justo con el título Los niños pérdidos. Un ensayo en 40 preguntas (2016, 2017, 2019).

Temporada de Huracanes es una obra publicada en español en el 2016 por Literatura Random House y traducida el año pasado (2019) al alemán por Angelica Ammar y publicada por editorial Klaus Wagenbach, lo que le valió Premio Internacional de Literatura 2019 de la Casa de la Cultura. Este 2020 la novela ha sido traducida al inglés por Sophie Hughes y publicada por Fitzcarraldo Editions (@fitzcarraldoeditions la editorial que publicó en inglés a la Premio Novel de Literatura 2019, Olga Tokarczuk), siendo una de las seis novelas concursantes al International Booke Prize Longlist 2020, uno de los premios más prestigiosos en Reino Unido para obras que han sido escritas en otro idioma que no sea inglés, pero traducidas a este idioma para el público británico e irlandés.

Este es el segundo año consecutivo en que una escritora mexicana es seleccionada para el International Booker. El año pasado fue Valeria Luiselli con Lost Children Archive (e incluso vino a Londres a presentar su libro y ver la adaptación de su novela Los Ingrávidos en el Gate Theatre, bajo el título Faces in the Crowd). Ahora se suma Temporada de Huracanes. El hecho de estar nominada hace que Fernanda Melchor visibilice el trabajo que editoriales independientes, traductoras y escritoras latinoamericanas están haciendo por abrir espacios en la literatura internacional, acercando al publico y lectores latinoamericanos o de habla español a sus propias literaturas nacionales.
Viendo en perspectiva feminista, creo que en parte ese fenómeno se debe a que poco a poco las mujeres en el mundo editorial y cultural están o estamos promoviendo formas de colaboración creativa donde las alianzas internacionales son claves para mostrar lo diverso que hay en la narrativa contemporánea donde muchas de nosotras nos sentimos autorepresentadas, pues son temas que nos atraviesan y nos son cercanos. A mi Temporada de Huracanes me caló hondo porque me hizo recordar esas cosas por las que mi apuesta siempre será contra la violencia sexual, toda forma de discriminación… y que el amor por mi país me lleva a pensar sí otro México es posible. Quizá la narrativa mexicana contemporanea nos de pistas de los avances y retroscesos.